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La Granja resucita

La Granja resucita

El emblemático café de la logroñesa calle Sagasta reabre para San Mateo como bar y tienda de ropa

Jorge Alacid

Logroño

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Jueves, 23 de agosto 2018, 09:25

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Ocurrió por sorpresa en diciembre. La Granja, el popular café de la calle Sagasta de Logroño que se había concedido una nueva vida bajo la denominación de Copas Rotas, cerró sus puertas. Estaba a punto de cumplir un siglo de actividad, durante la cual se había ganado el corazón no sólo de su clientela, sino también del imaginario local. Pocos establecimientos tan vinculados a la historia logroñesa, sobre todo en sus años de gloria, mediado el siglo pasado. Ahora, por San Mateo, La Granja resucita. Bajo una renovada nomenclatura (Morgana), y de la mano de un proyecto muy novedoso: el bar será bar, por supuesto, pero también tienda de ropa.

Así lo avisan sus promotores, que anuncian el traslado del actual Morgana de la calle Vitoria hasta este céntrico emplazamiento para fusionar hostelería y moda. Esta última parte de su actividad se desarrollará en la parte superior, a la que se accede desde la planta baja a través de la señorial escalera. De modo que se compaginará la venta de ropa con la agenda propia de todo bar, que en este caso aspira, siempre según avanzan los nuevos propietarios, a convertirse otra vez en una referencia local: darán desayunos, servirán copas y despacharán el resto de la oferta inherente a un establecimiento hostelero.

De modo que vuelve La Granja, ahora Morgana. La hechicera deberá concentrar toda su magia en procurar que el viejo café sea de nuevo lo que fue. Como recordaba nuestro compañero Eduardo Gómez, perito en bares, aquel La Granja (inaugurado precisamente en un mes de septiembre, aunque de 1924, como La Granja de Oriente) se convirtió con el paso del tiempo en un icono logroñés, que recogía la influencia de la vecina pensión La Numantina en forma de toreros y resto de personal taurino (puesto que allí solían alojarse durante la feria matea y, ya con Domingo y su hijo Dámaso a los mandos y el camarero Santos cubriendo toda la barra, derivó en el bar donde había que estar, sobre todo desde la deslumbrante redecoración que ejecutó en 1964 el famoso decorador Arturo Menac.

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