Historia de una escalera sin historia
Presentada como un emblema de la nueva estación de autobuses, el único uso que ha tenido ha sido la decoración navideña
La nueva estación intermodal de Logroño comenzó a funcionar el 12 de septiembre de 2023. Desde su presentación, la escalera naranja en zigzag que preside la sala de espera, prácticamente un emblema del edificio, permanece sin uso. Cortado su acceso desde hace ya casi dos años, conduce a una planta superior vacía y podría dar salida al parque Felipe VI, pero, como está cerrada, en realidad no lleva a ninguna parte.
Son unos 70 escalones con cuatro giros y otros cinco descansillos que se han convertido ya en una especie de escalera de Escher, el eterno bucle ascendente-descendente concebido por los matemáticos Lionel y Roger Penrose en el que, contra los principios básicos de geometría euclidiana, siempre regresas al mismo nivel, subas o bajes. O lo que es lo mismo, una escalera que no sirve para nada porque no conduce a ninguna parte porque no se utiliza.
En un principio se anunció que la escalera daría acceso a la cafetería, pero este servicio abrió en septiembre de 2024 en la planta baja. Para ello se realizaron unas obras de adecuación de un espacio que costaron 212.348,80 euros. Antes, la construcción de la estación supuso 17.928.902 euros. El contrato de la obra se firmó en 2016 con la unión temporal de empresas formada por Vías y Construcciones, Ismael Andrés y Agua y jardín, que arrancaron la ejecución en 2017 después de que los primeros trabajos previos de cimentación se realizaran en 2010, en 2019 hubo una modificación económica, el 30 de octubre de 2020 se recibió la ejecución y no fue hasta un año después cuando se inauguró.
«Me da pena que no se use. Nos encantaría que fuera como la imaginamos, accesible desde el parque»
Iñaki Ábalos
Arquitecto
Por el momento, el único uso que se ha dado ha sido colocar la decoración navideña, con dos Papá Noel en distintas alturas. Y no se prevé otro. Actualmente el acceso permanece restringido por unas jardineras que ejercen de discreto vallado, aunque la escalera permanece como una columna corintia, a la vista de todos los presentes. En la parte superior, desde el exterior del parque Felipe VI, la puerta está cerrada y dentro se contempla un espacio sin acondicionar, una pantalla y un ascensor igual de inútil.
El equipo de Gobierno de Logroño ha explicado a Diario LA RIOJA que, de momento, no hay nada previsto para la escalera. «Se perfiló para la cafetería y no está previsto que esta se licite puesto que ya se abrió la de la planta baja y no hay demanda para otra. Y no hay cambios previstos porque, además, habría que acondicionar el local», advierten desde el Ayuntamiento logroñés. Tampoco se plantea la apertura del acceso al parque Felipe VI.
«Escaparate visual»
«Estas cosas pasan. Cuando se abrió la cafetería abajo ya nos lo imaginábamos. Es la realidad del mercado actual, en el que la lógica muchas veces se ve superada», opina Iñaki Ábalos, arquitecto del estudio Ábalos-Sentkiewicz que diseñó la estación. «Me da pena que no se use, aunque sigue la posibilidad de conducir a un mirador porque es un lugar muy agradable, con poco que se haga, que puede ejercer incluso de sala de espera. Nos encantaría que fuera como lo imaginamos, accesible incluso desde el propio parque que, por cierto, está bastante descuidado», señala Ábalos.
La sociedad Logroño Integración del Ferrocarril expone en su web que la estación «incluye una planta superior con acceso directo desde el parque destinada a uso de cafetería», lo que «permite una conexión directa entre ellos». Todo agua de borrajas.
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