Las cincuenta velas de Ricajema

Hay veces que se puede ayudar, sin apenas esfuerzo. El amigo Eusebio, conocido pescador del Ebro, tiene un nieto afectado por una dura enfermedad y para colaborar con los gastos de su curación, recibe y agradece los tapones de plástico de las cajas de leche y similares, que se pueden depositar en unas cajas situadas al efecto en las escaleras interiores de l mercado del Atenea en Avenida de la Paz, 84.

Se ha producido un cambio de dirección en la cafetería Las Torres (Avenida Jorge Vigón, 58), que se inició como Don Álvaro (19-8-85) que cuenta con una amplia terraza exterior. Lleva las riendas desde el pasado mes de enero María Vlad, manteniendo la línea de sus antecesores.

Se mantiene obsoleto el edificio que fuera convento de religiosas adjunto a la iglesia de Madre de Dios, creada en 1531, aunque transformada para rehabilitarla tras la demolición sufrida un lamentable el 14 de marzo de 1936. El vacío edificio anexo está pidiendo desde sus desvencijadas ventanas una recuperación como refugio de peregrinos, asilo de indigentes o algo práctico que se les imagine a nuestros políticos, que para eso están.

El inicio como Beti Bar en Juan XXIII, 7(1945) se debió a que a pocos metros funcionaba el frontón de pelota Beti Jai. Tuvo una época que se llamó Cinema, a causa de que justo enfrente funcionaba el Cinema Diana. Álvaro, su actual dirigente lo lleva con éxito ofreciendo una amplia gama de aperitivos , con morros y una llamativa quesadilla. Dedica especial interés a la cerveza, recordando que este bar fue un pionero en servir cerveza de barril.

Veterano este establecimiento, (Milicias 12, esquina con Ensenada, 19 y 21) que ya funcionaba cuando el cercano campo de fútbol Las Chiribitas tenía gran actividad. El edificio fue proyectado en 1954 por José María Carreras y en sus inicios fue sede de aficionados al motor. Desde 2001 lo lleva Miguel Ángel, quien cuida de la singularidad de contar con una impresionante colección de revistas, especialmente de vehículos.

No puede extrañar el fallo cometido al noticiarlo en este mismo espacio, dado lo enrevesado del título (Nankurunaisa) con el que su promotora bautizó a la cafetería que antes era Peluchos en Cigüeña, 22 y antes más, Manolín. Nosotros escribimos Manku, con eme... De paso, previa información en ese prodigio cultural que es internet, nos enteramos que con esa kilométrica expresión oriental se quiere decir «que con el tiempo todo se arregla».

La cafetería Peluchos de Milicias 13, (antiguo Nebraska), tras una breve actividad, ha pasado a llamarse La otra cara, sorprendiendo el breve tiempo de funcionamiento.