Cierra el Carabanchel
A pie de calle ·
Del cierre (por ahora) de un restaurante histórico al recuerdo de una Duquesa que ya no existe y los patinetes eléctricosVaya por delante que suponemos que dejar la actividad será por cambio de dirección. Sería lamentable que desapareciera del mapa gastronómico de la ciudad o ... que lo conviertan en una tienda de todo a cien aprovechando su estratégica situación en el plano comercial de la ciudad. El Carabanchel nació en Gallarza, 17, el 25 de septiembre de 1910 y del acontecimiento se ocupa con todo detalle el experto cronista Jerónimo Jiménez en su impresionante trabajo 'Las calles de Logroño y su historia' (1987), donde da detallada cuenta del emblemático establecimiento, del que se hizo cargo Francisco Sáinz Eguizábal el 1 de enero de 1943, si bien sus hijos, los recordados Raquel, Piedad y Moisés, fueron los continuadores de un negocio que suponía una cafetería con un llamativo mostrador de estaño, con acceso por San Agustín y por Gallarza, muy activa y con gran clientela en el chiquiteo. Fue centro de las actividades de la peña Los Pochas, que tuvieron gran notoriedad en sus viajes a los sanfermines pamplonicas.
Junto al bar, donde por las tardes se celebraban interminables partidas de 'chamelo' (dominó), estaban las cocinas y los comedores se situaban en la planta superior, donde se accedía por una tortuosa escalera. Del comedor se encargaba Piedad, Raquel ayudaba a su madre en la cocina que pronto sobresalió en la ciudad, rivalizando con la también famosa de El Cachetero y en la cafetería estaba Moisés, quien, cuando alguien se distraía y se marchaba «sin poner», les llamaba y les decía «¡que os habéis dejado las vueltas!». Una memorable estampa se producía los días de partido de fútbol en Las Gaunas, con la gente que descendía por Gallarza y justo enfrente del Carabanchel les esperaba un vendedor ambulante minusválido con una cesta de cacahuetes.
Del Carabanchel se cuenta que era asiduo el general de Aviación logroñés Eduardo González Gallarza, que venía al restaurante a disfrutar de sus afamadas pochas con codorniz, o los cangrejos de río que ponían al mediodía en el bar. Se comentaba que el general encargaba desde Madrid algún menú enviando un helicóptero para recogerlo y llevárselo. De todo aquello quedan recuerdos y una interesante tienda instalada en los bajos especializada en la venta y degustación de quesos.
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Recordando a Duquesa
El interesante trabajo que nuestro compañero Javier Campos publicó hace unos días de un par de casas obsoletas de Duquesa de la Victoria nos trae apretados recuerdo tanto de ellas como de su entorno. Estaban en un tramo muy apagado de la calle. En una lonja próxima entraba, a última hora de la tarde, un autobús de línea al que los chavales de la calle esperaban a la altura de la Glorieta, para descender, subidos en la escalera trasera del vehículo, hasta el garaje. Enfrente de éste, todavía descansaban bloques de piedra del derribo de la plaza de toros que allí estuvo, desaparecida a causa de un incendio; zona de juego de la chiquillería hasta que se convirtió en un magnífico edificio donde se domicilió la Peña 21 Taurina. Como contraste a la quietud de este tramo de Duquesa de la Victoria, en el anterior estaba el Garaje Central, Talleres Eléctricos Madrid, Taller Mecánico El Foro, Talleres Ducrós, Mosaicos Tres, Carrocerías Otaegui, el almacén de la Ferretería Amelivia, la panadería La Bilbaína, Perfumes Eraso, Agrícola de la Rioja, Muebles Rencurel, Fundiciones Gómez, los almacenes del Salto El Cortijo (donde albergaban un coche Hispano Suiza que había sido del torero Marcial Lalanda), un par de garajes de bicicletas, con reparación y alquiler, la fábrica de gaseosas de Fontecha, la Imprenta Moderna, Ciclos Rioja de Olivas, Ciclos Gopegui, Calzados Tun, la entrada posterior del Garaje Elías con sus puertas metálicas habitualmente cerradas. A señalar que durante la Guerra Civil gran número de los establecimientos citados fueron ocupados por el ejército italiano para almacenaje de sus apartos bélicos. La pila de cajones de madera vacíos que dejaban en la calle, servían a los chavales de la calle para sus juegos.
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Los patinetes motorizados
Parece que desde los organismos competentes se han dictado medidas para reprimir, sablazo incluido, el uso de las patinetes motorizados por el espacio exclusivo de los peatones. No se necesitan más aclaraciones. A los infractores, hasta ahora son legión, se les puede sancionar con una multa de 200 euros. Ahora bien, ¿ya tiene el Ayuntamiento, o los encargados de la represión, efectivos suficientes para eliminar el problema actual?
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