Bretón, la calle más teatral
La hoy populosa calle de Bretón de los Herreros nació cuando desapareció la muralla de Logroño. Corría el año 1862 -copiamos al recordado historiador Jerónimo ... Jménez- e inicialmente se conoció como Muro de San Blas, como consecuencia de su proximidad con la iglesia de San Blas, que ocupaba el espacio donde ahora se encuentra la plaza de abastos. Esta calle fue haciéndose moza, mereciendo la atención de construcciones importantes, empezando por el teatro llamado Principal (1880), que a partir de octubre de 1901 pasa a titularse como 'Bretón de los Herreros', denominación que se aplicó también a la calle en honor del insigne escritor riojano por decisión municipal en sesión celebrada el 11 de enero de 1902.
La calle fue acogiendo edificios oficiales y privados. Entre los primeros habrá que recordar la escuela que existía en la esquina de la calle con Víctor Pradera, un sobrio caserón que fue demolido para dejar paso a la edificación del Palacio de Justicia, ahora cerrado. Otro edificio llamativo con una sobria fachada de ladrillo rojo, haciendo esquina con Siervas de Jesús, era el del Banco de España, creado en 1907, que imponía respeto por la severidad de su traza y el hermetismo de su contenido.
La calle tenía especial actividad al acoger la entrada y salida de varias líneas de autobuses. Los empleados hacían también las veces de recaderos y lo mismo recogían un encargo que traían otro para alguna empresa local. Encaramados en las bacas de los vehículos lanzaban los bultos a quienes se identificaban de viva voz como destinatarios. Entre esa barahúnda pululaba 'Barbati', un personaje muy popular que pregonaba la venta de chicle americano «para los nervios» durante los partidos de fútbol, en Las Gaunas.
El primer tramo de la calle, en la acera, desde la esquina con Sagasta hasta Gallarza, por la mañana se cubría de distintos vendedores de frutas y verduras. En ese espacio se situaron una relojería, una peluquería, el taller de Antoñana de sellos de caucho, el restaurante Victoriano y la tienda de electricidad Dosas. En la acera de enfrente, en la esquina, estuvo el café Correos, en cuyo patio se llevaba a desayunar a los chavales de las escuelas municipales que habían hecho la primera comunión. En su fachada colgaban las carteleras con los resultados de los partidos de fútbol. Y en un edificio colindante situó Jalón Ángel su estudio fotográfico.
En la esquina con Gallarza está el bullicioso Tívoli -inicialmente Puerto Rico- que era refugio matinal de comerciantes de la Plaza (en un edificio anterior al actual nació el insigne oftalmólogo Ramón Castroviejo). A partir de esta referencia la calle cobra gran actividad hostelera y comercial. Citando a vuela pluma tenemos a Foto Pisón, Inmobilaria Bretón, el elegante café Hijelmo, la sede del Club Deportivo Logroñés, el Hogar del Soldado, el taller de bicicletas del Churrero, la filatelia de Manero, la entrada al restaurante Buenos Aires, que utilizaban los acomodadores del teatro en los intermedios, el cultural café Bretón, las oficinas de El Salto del Cortijo, la banca Ulargui...
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