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ABSUELTO POR PRESCRIPCIÓN

CARMEN NEVOT ARRANCHAR A SON DE MAR

Jueves, 1 de enero 1970

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La historia del doctor Eduardo Vela es una de las crónicas negras más desgarradoras de nuestro país. Aunque absuelto por prescripción judicial de la trama de los bebés robados, la justicia considera probado que arrebató a Inés Madrigal de los brazos de su madre biológica y la depositó en el regazo de quien después sería su progenitora. Era el 6 de junio de 1969. El afamado ginecólogo cogía el teléfono y marcaba el número de la futura madre de Inés. La mujer hizo precipitadamente unas compras de última hora. Había llegado el momento de un parto ficticio que le pilló a contrapié. Cuando le entregó a la bebé, le dijo que a partir de ese mismo momento Inés sería su hija a todos los efectos, nadie descubriría que por sus venas no corría su misma sangre.

Eduardo Vela había aplacado los deseos maternales de una mujer a cambio de una jugosa cantidad. Un negocio redondo que despreció y pisoteó el desgarrador dolor que sin duda debió sentir la madre biológica de Inés Madrigal, pero también el de todas aquellas mujeres sin nombre a las que las justicia ni siquiera llegará a reconocer que un día se les ocultó que el corazón de su bebé seguía latiendo, aunque lo hacía sobre otro regazo, y se les engañó de la forma más cruel posible con la muerte de sus recién nacidos, tratados como mercancía con destino al mejor postor.

Inés fue una niña de la clínica privada San Ramón, una de tantas personas que hoy buscan sus orígenes, después de que al nacer fueran tratadas como un trozo de carne que se vende por kilos. Un capítulo demasiado doloroso en la historia de cientos de familias de este país como para pasar página por prescripción judicial.

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