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La casa de Alejandro Ganzábal en la carretera de Navarra, a día de hoy.
El Parador más olvidado del Norte

El Parador más olvidado del Norte

La casa de Alejandro Ganzábal, posada primero y hospital de coléricos después, se debate entre el abandono y la ruina

Javier Campos

Sábado, 17 de octubre 2015, 21:48

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La que en su día llegó a ser la única casa al otro lado del puente de Piedra, acogiendo desde finales del siglo XIX mil y un usos entre sus muros de sillería y convirtiéndose prácticamente en puerta de entrada al Logroño en blanco y negro, hoy pasa prácticamente desapercibida junto al cambiado y cambiante entorno de la carretera de Navarra alzándose en la actualidad como una ruina del pasado capitalino abandonada y condenada al olvido.

Cerrada a cal y canto desde hace décadas -con puertas y ventadas incluso tapiadas-, ha sido en los últimos años cuando los bomberos se han visto obligados a intervenir en una cubierta que, hundida en varias partes del tejado, ha necesitado ir siendo saneada al ritmo marcado por las inclemencias del tiempo. Restos de vigas de madera, tejas y demás cascotes se acumulan en el callejón que la separa del bloque que se prolonga por la vecina calle del Ebro hasta el puente de Hierro. Y ahí siguen..., al igual que una casa en la que nadie repara, pero que atesora una historia digna de rescatar y ser contada.

Federico Soldevilla, presidente de la asociación 'Amigos de La Rioja', lleva años intentando recopilar información sobre la misma. La casa en cuestión, una 'casa fuerte' extramuros, fue levantada en la década de los 70 del siglo XIX por Alejandro Ganzábal, cantero de Vizcaya que llegó a Logroño con motivo de la construcción de la línea férrea de Castejón a Miranda y que terminó sus días como maestro de obras, entre las cuales le encomendaron la construcción de las murallas provisionales de la tercera guerra carlista (1872-1876) a fin de proteger la capital de La Rioja.

El nombre de Ganzábal, muy ligado a todo lo que tuviese que ver con trabajos de cantería en la ciudad en aquellos años, como la construcción de los diferentes puentes sobre el Ebro, también lo está a tragedias tales como el hundimiento de la barcaza que transportaba a soldados de una orilla a otra del río en 1880 o la del descarrilamiento del tren en Torremontalbo en 1903, donde no dudó en encabezar la ayuda.

«No es de extrañar que incluso piedras de tales murallas o del citado puente acabasen siendo reutilizadas en su casa, aprovechamiento común en aquella época», aventura Soldevilla en plena elaboración de un trabajo sobre «uno de los tipos más sobresalientes en Logroño y su provincia por su honradez, laboriosidad, seriedad en sus negocios y bondadoso carácter», tal y como escribía Diario LA RIOJA con motivo de su fallecimiento en 1906, donde se hablaba de su amistad tanto con Sagasta como con Amós Salvador.

Ganzábal vivió en la casa de la hoy carretera de Navarra algunos años -entre 1870 y 1880- hasta su traslado a la calle Mayor... Ya en 1888, el edificio constaba como casa posada, adoptando la denominación de 'Parador del Norte', la hoy más conocida. Y desde entonces no paró de acumular usos, no ya en la casa, sino en las edificaciones anexas -hasta tres ampliaciones- que actualmente llegan hasta la parroquia de San Antonio de Padua.

Negocios y comercios

Anuncios de Diario LA RIOJA sitúan en 1923 el taller de herrería y carretería 'Martínez, Moreno y Errasti', especializado en carruajes, probablemente en las cocheras. Ya en 1930 publicitan el comercio de tejidos, saldos y retales de Segundo Royo, heredero de la propiedad y adherido a la causa republicana de entonces. Y en 1931 a 'Fructuoso Rioja' como único fabricante y cultivador de champiñones en España, también con sede en el Parador del Norte, junto al puente de Piedra.

La casa, en 1893 y estando alquilada como posada, fue realquilada por el Ayuntamiento de Logroño como hospital de coléricos por cuatro años con motivo de una incipiente epidemia por 1.500 pesetas siendo alcalde el marqués de San Nicolás, lo que supuso un contencioso con las recién llegadas entonces Bodegas Franco-Españolas, cuyos viñedos se extendían hasta la parte trasera.

En 1910 figura como fábrica de lejías -luego fue de botones- y como club de alterne o casa de citas denominada bar 'Nido', local en bajeras que cuando crecía el Ebro quedaba completamente inundado. Una actual vecina de la calle, con la que se topaba Diario LA RIOJA en la toma de fotografías, recordaba a sus 88 años la entrada y salida de señoritas, con lo que queda claro que el 'Nido' prolongó su actividad varias décadas.

Posteriormente, y como recuerda el rótulo más visible, el padre Marín ocupó el edificio para su 'Escuela Católica'. Otro deja constancia de la posterior tienda de 'La Feli'... Sobre la actual propiedad, si bien varias fuentes señalan al Ayuntamiento, desde la Administración local aún no han aclarado la misma y esperan poder hacerlo en próximos días. «Hubo un tiempo en que la casa era la primera vista de Logroño y merece una oportunidad», concluye Soldevilla.

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