Una chuletada muy real

Se le encomendó la realización del acontecimiento gastronómico al restaurante La Merced, que dirigía, como ahora, Lorenzo Cañas Metola, que tuvo que afrontar un meticuloso despliegue para que se obtuviera el éxito que los responsables pretendían. Con el objetivo de darle al menú un carácter regional, uno de los servicios lo constituyeron unas típicas chuletas de cordero al sarmiento, plato típico por excelencia.

El proyecto tenía de antemano las dificultades derivadas del gran número de comensales a los que había que atender simultáneamente, que Lorenzo resolvió recurriendo a un grupo de amigos que llevaban organizando acontecimientos similares en las chuletadas que hacía en San Mateo el Club Deportivo Berceo, quienes contaban con unas parrillas adecuadas por su tamaño y maniobrabilidad para atender cualquier demanda.

Con el rigor que exigía el protocolo y rodeados de minuciosos controles, se dieron cita en las instalaciones de la bodega de Fuenmayor donde se instaló el salón comedor. Se reunieron los ocho voluntarios a los que se dotó del adecuado uniforme de trabajo a tono con la solemnidad del acontecimiento. No faltaron testigos que observaron durante la faena el correcto y diligente laboreo que tuvo un feliz resultado, recibiendo Lorenzo la felicitación de los comensales que el maestro de los fogones trasladó a sus colaboradores Eugenio, Raúl, Maestre, Félix, Rodolfo y Juan José. Todos ellos y alguno más que se adhirió, capitaneados por Lorenzo, se dieron cita recientemente en el Mesón Jabugo para rememorar la efeméride.

En la sobremesa, tras la degustación de un sabroso menú, se recordaron algunas anécdotas, como la del riguroso control previo a que fueron sometidos, tanto personal como de los vehículos que iban a utilizar, y la más simpática, la de que cuando el monarca iniciaba la degustación de las chuletillas, utilizando como instrumentos el cuchillo y el tenedor, el amigo Víctor Pascual, director de las instalaciones que compartía la mesa, le sugirió, suponemos que después de decirle «con el debido respeto», que es tradicional que en La Rioja las chuletillas de cordero asadas se coman cogiéndolas con los dedos, sugerencia que fue atendida de inmediato. También se recordó que el Rey repitió el plato, viéndose obligada la cuadrilla a atenderle cuando casi se habían extinguido las brasas.