El 'trabajo' que da el botellón
El botellón obliga a la Policía Local y a los servicios de Limpieza a un esfuerzo extra y a modificar sus hábitos
Javier Campos
Sábado, 3 de mayo 2014, 22:13
Difuminado, diluido, diseminado, dividido entre diferentes sitios... hay muchas maneras con las que referirse a la forma en la que se presenta el fenómeno a día de hoy: que el botellón se ha dispersado desde la Concordia a otros puntos de Logroño es un hecho desde hace al menos dos años, y ello obliga a la Administración local a «mantenerse en guardia» a fin de evitar que las 'zonas calientes' como el cubo del Revellín y el entorno de la muralla adquieran fuerza y se consoliden.
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La fragmentación del otrora macrobotellón en minibotellones ha reducido problemas, pero lo cierto es que continúa suponiendo un esfuerzo extra o adicional a los servicios municipales y altera y modifica los hábitos, rutinas, rutas y protocolos de actuación tanto a Policía Local como a Limpieza.
A falta de poder conocer lo que cuesta -desde el Ayuntamiento de Logroño se habla de la imposibilidad de concretar el gasto que supone a las arcas municipales la, a su juicio, «moda pasajera» de las concentraciones de jóvenes bebiendo en la calle, al no requerir de unidades específicas para ello, sino de integrarse en los pliegos generales de los servicios-, sí que se puede llegar a ofrecer una idea del trabajo que da...
«Si económicamente es imposible cuantificar, sí que sus efectos se hacen más visibles en la organización de los servicios», explica el concejal de Interior y también portavoz municipal, Miguel Sáinz, tratando de hacer ver a todos que el botellón conlleva la necesaria adecuación de las pautas de actuación del personal municipal.
Así, «si ahora hay una patrulla policial la noche de los viernes y los sábados dedicada buena parte del turno a acudir a los focos detectados a demanda vecinal, el resto han incluido entre sus rutas posibles 'puntos calientes'... De la misma manera que los servicios de limpieza comienzan su labor por esas zonas de concentración y, al tratarse de una retirada de residuos que generalmente obliga a realizarse a mano, resta tiempo a su itinerario habitual», dice.
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Si vigilancia y limpieza fueron dos de las labores más evidentes que tuvieron que reforzarse con el creciente macrobotellón 'heredado' de la pasada legislatura, lo cierto es que los minibotellones de ésta fuerzan a su mantenimiento. Y es que el gran botellón que se congregaba cada fin de semana en el parque de la Concordia, en el entorno de las viviendas conocidas como 'palazzinas', ha dado lugar a pequeños botellones aquí y allá -algunos no pasan del conato- disminuyendo considerablemente las molestias por ruidos, pero desperdigando el problema de la suciedad... «aunque nada que ver con lo de antes».
«Del parque de la Concordia y el gran esfuerzo que requería hemos pasado a una decena de puntos detectados con concentraciones de grupos de entre 10 y 20 jóvenes -Paz, Gallarza, San Adrián, Las Gaunas, Revellín, Isla...- y otros 20-30 puntos con concentraciones puntuales y que la policía disuelve en pasajes, portales y lugares protegidos que cuando llega el buen tiempo desaparecen desplazándose a zonas verdes».
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Pese a que el 'botellón' como tal no está prohibido expresamente, la Policía Local sí que está sancionando por ensuciar... «es decir, por no recoger los residuos cuando se bebe en la calle aun siendo advertidos». Desde los pasados 'sanmateos', es decir, en los últimos seis meses, se han producido seis sanciones de entre 30 y 100 euros por tal motivo aunque el concejal de Interior destaca la «buena actitud» de los jóvenes, «sin desencuentros ni conflictos» con los agentes.
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