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Sábado, 12 de mayo 2018
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Pedro Gómez, 65 años, se jubiló hace dos a través de los contratos de relevo. Él se imaginaba un retiro viviendo con su mujer en Canarias y volviendo a casa en verano «porque en las islas hay muchos turistas en esa época». Pero la realidad es otra: tiene que atender a su madre, de 92 años, y a su suegra, de 77. Y lo consigue, a base de organizarse metódicamente, de tenerlo todo «perfectamente planificado» y de contar con los servicios de teleasistencia que presta Cruz Roja.
«Mi madre, que tiene concedido el grado de dependencia 1, vive en Badarán, un municipio con buenos servicios sociales y sanitarios en el que, además, la gente es muy solidaria; el mayor problema -añade- lo tengo con mi suegra, que es sorda de nacimiento, diabética, con problemas de movilidad y principios de Párkinson; así que aunque vive en Logroño, cerca de nosotros, tenemos que estar totalmente pendientes de ella». Eso implica que Pedro y su mujer lleven «más de tres años sin poder escaparnos, más allá de ir al cine o al teatro; y muchas veces nos tenemos que turnar por si debemos salir corriendo a su casa».
Aun así, este extrabajador de Barpimo se las ingenia para poder hacer deporte (a las 6.30 de la mañana) y participar de forma activa en la Plataforma en defensa de las pensiones, de la que es portavoz: «Yo tengo mis problemas, claro, pero hay que escuchar a la gente mayor que te dice que este invierno no ha podido poner la calefacción».
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