Temporada de baños en Logroño

En cuanto a piscinas públicas locales es evidente que fue líder la de la Sociedad Recreativa Cantabria, con miles de afiliados. Se recuerdan sus primeros pasos, con el polémico planteamiento de formar las instalaciones con dos piscinas y sus frontones respectivos, de uso riguroso con separación de sexos, para desesperación de parejas. Y de bañadores... ni comentar. Le hacía una tímida competencia la piscina de la Sección Femenina, sita en una finca en el actual parque en General Urrutia. También era muy activa como sede deportiva la del club Kayaks, un magnífico vivero de grandes nadadores. Su pileta era de 25 metros y estaba enclavada en la finca de Sáenz Benito, un conocido procurador, cerca de la carretera de Zaragoza. Se recuerdan las hazañas de los nadadores luchando contra el cronómetro, como por ejemplo Cosculluela, que acabó siendo ministro, Carmelo Fernández, luego senador, y otros como Cordero, Marín, Armando Fernández y un largo etcétera. En una ocasión actuó un ballet de nadadoras catalanas, nadando a los sones de la película 'El puente sobe el río Kwai'.

Como piscina pública funcionó una municipal de reducido tamaño y de escasa profundidad, idónea para niños, que se creó en el espacio llamado Pozo de Cubillas. Era un lugar muy frondoso lindando con el Ebro, del que se contaba que era muy peligroso para nadar, en exagerada estimación. La piscina en cuestión ocupaba un espacio donde acudían muchas familias en el buen tiempo con sus hijos y sus meriendas. Los chavales se bañaban en la piscina comentada y los mayores frecuentaban el bar que se había creado al borde de la carretera de Mendavia y que regentaba un veterano pescador que era manco. La piscina se hizo pronto insuficiente y acabó abandonada.

Otra veterana instalación privada, que se mantiene, es la conocida como la Hípica, que acogía a una sociedad mayoritaria de familias de militares. Lindaba con el río Ebro, lo que les permitió abrir una salida con embarcadero, que utilizaban para practicar el piragüismo.

Y también estaban las piscinas del Ebro, en la zona conocida como 'La playa'. Aunque no eran piscinas reglamentarias, cumplían el propósito de crear un espacio veraniego que se llenaba de bañistas. Se crearon tres espacios robados al Ebro, defendidos por muros de cemento. Los asistentes estaban sujetos a la vigilancia municipal, especialmente en el tema de la indumentaria masculina con los llamados 'taparrabos'. Contaban los asiduos con dos controles de avituallamiento, uno de los cuales, el conocido como 'el del Pasti', tenía también un servicio de alquiler de barcas, y dio origen al actual complejo gastronómico existente en la zona conocido como Julio. Se compartía el espacio con un trinquete donde se jugaba a la pelota, anexo a un bar que regía un profesional de hostelería conocido como 'Toalla'.

No nos olvidamos de las piscinas de la Sociedad Deportiva Berceo, próximas al Ebro en la zona conocida como La Guillerma como última incorporación a instalaciones veraniegas al alcance de los logroñeses.