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Las solicitudes de licencias de caza caen en la última década más de un 20% en La Rioja

Las solicitudes de licencias de caza caen en la última década más de un 20% en La Rioja

La federación riojana achaca el retroceso de la actividad cinegética en la comunidad al despoblamiento rural y al escaso relevo generacional

PILAR HIDALGO

LOGROÑO.

Lunes, 23 de abril 2018, 00:43

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Al igual que en el conjunto del país, la caza va a menos en La Rioja. La solicitud de licencias en la región ha caído más de un 20% en la última década, según los datos facilitados por la Consejería de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente a través de la Dirección General de Medio Natural.

Si en el 2007 un total de 13.957 personas contaban con licencia para practicar la caza en la región, la cifra menguó a 10.682 en el 2016 (último dato disponible). Así, entre el 2007 y el 2016 se pidieron 3.275 licencias menos, lo que significa una reducción del 23,5%. Medio Natural indicó que el pasado año el número de licencias concedidas en la comunidad podría rondar las 10.000. Lejos quedó el tiempo en que, a finales de los 90, se expedían en torno a 14.900 licencias en La Rioja.

LAS CIFRAS

  • licencias de caza se solicitaron en el 2016 en La Rioja, un 23,5% menos que en el 2007, cuando la cifra llegó a 13 957. Muy lejos de los números que se alcanzaban a finales de los 90, cuando se expedían cerca de las 15.000 licencias.

  • cazadores pertenecían a la Federación Riojana de Caza en el 2017, un 27,6% menos que en el 2007 En eseaño, el número de federados llegó a los 8.352.

Esta fuerte contracción tiene asimismo su reflejo en el cómputo de cazadores que están federados. Según datos aportados por la Federación Riojana de Caza, la cifra de cazadores federados en la región ha descendido un 27,6% en la última década, dado que en el 2007 se contabilizaban 8.352 aficionados con licencia federativa por los 6.048 del 2017. «Se trata de una actividad en regresión», admite el presidente de esta entidad, Eduardo Cornejo, quien constata que «por cada tres licencias que no se renuevan en La Rioja, se genera una nueva». Y eso que apunta que en la comunidad «el 90% de los cazadores riojanos está federado».

El salto entre los datos de solicitantes de licencias en la región y de cazadores federados se explica, además de porque un 10% no pertenece a la Federación, en que no todos los que practican la caza en La Rioja proceden de la comunidad. Hasta La Rioja se desplazan aficionados de otras autonomías, sobre todo vascos.

Cornejo atribuye el retroceso de la caza a que «el entorno rural se está despoblando». «Es una actividad de arraigo. Resulta complicado que se incorpore a ella alguien sin vínculos con los pueblos», señala. Pese al «escaso relevo generacional», el presidente de la Federación Riojana de Caza remarca que «somos la segunda federación más numerosa en La Rioja por detrás del fútbol».

Con esto, defiende este «modo de vida» frente a «los que nos criminalizan». «Si la sociedad cambia, cambiará. Pero ¿por qué esa prisa por acabar con esto de forma drástica?», considera. No obstante, Cornejo insiste en que «el 80% de la actividad cinegética se dirige a la regulación del medio y de las especies». En este sentido, justifica la pervivencia de esta práctica por cuanto contribuye al «control de las plagas y de los daños en los cultivos y a la prevención de los accidentes de tráfico» causados por el cruce de animales.

Asimismo, enfatiza que la caza supone una importantísima inyección económica en las pequeñas poblaciones por los ingresos que deja en la hostelería. Además de esto, agrega que los cotos contribuyen a generar empleo para guardas, biólogos y compañías de seguros.

«La caza es un aprovechamiento de un recurso natural, y es necesario que esté regulado y que la administración medioambiental lo gestione adecuadamente para poder mejorarlo», apoya el director general de Medio Natural, Miguel Urbiola.

Apoyo de los agricultores

Del mismo modo, la UAGR respalda la labor de la Federación de Caza y critica las «trabas» con que los cazadores se topan para «ejercer un control efectivo cuando el exceso de animales silvestres se convierte en plaga». En este sentido, exigen un acuerdo entre administraciones, cazadores y agricultores para evitar la superpoblación de fauna silvestre.

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