Roban en Calahorra más de 250 kilos de la apreciada pera Angélys

El viernes pasado era el último día de campaña y en la jornada anterior, cuando fue el camión a cargar los palots, no cabían todos. Entonces decidió dejar parte en la finca, apilados, aprovechando que las noches son frescas y el producto no se ve afectado.

Al acudir por la mañana comprobó que alguien había robado parte de las peras de seis palots, los que estaban en la parte de arriba. «Tuvieron la paciencia de apartar las peras de tamaño medio y pequeño y se llevaron las más grandes». comenta José Luis, que había estado en la finca regando hasta que comenzó a anochecer y regresó el viernes a las 07.30 de la mañana para continuar con la recolección. Entre ese tiempo se produjo el robo.

En las redes sociales se ha hecho un llamamiento por si alguien ve en algún lugar que se vende este tipo de pera, para que no la compre porque será la robada. También se ha puesto en conocimiento de la Guardia Civil y su propietario tiene cita para poner la denuncia la próxima semana.

Este agricultor calcula que se han llevado entre 250 y 300 kilos de peras Angélys seleccionadas por su tamaño y añade que en el caso de la manzana fuji «todos los años me roban manzana y se me han llegado a llevar 2.000 o 3.000 kilos». Esta campaña espera que no ocurra porque está con moteado y se dejará para zumo. Al no tener salida para fresco posiblemente no interesará a los delincuentes que suelen dejar las filas de árboles que están cercanas a los caminos sin piezas.

José Luis lamenta que este año no ha sido bueno. Su cultivo de cereza ha sufrido los efectos del granizo dos veces en 2025. En la pera conferencia, si se recogen en una hectárea entre 25.000 y 30.000 kilos lleva muchas temporadas sin pasar de 5.000 y 7.000. En la Angélys está obteniendo alrededor de 16.000 kilos y no tenía el fuego bacteriano que está asolando los frutales, pero ha sufrido el robo que provoca un sentimiento de indefensión y la incertidumbre de acudir a las fincas cada día y ver si está todo bien.

Poner cámaras resulta inviable por el coste que supone y más en el momento actual de declive del sector.