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JUAN QUINTANA - LA TRILLA
Martes, 13 de noviembre 2018, 23:25
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El agua mineral natural se obtiene de manantiales subterráneos protegidos de contaminantes, por lo que no necesitan ningún tratamiento, algo que sí hay que hacer con el agua de grifo. Es decir, se envasa tal como se extrae de la naturaleza. Además, el agua mineral embotellada solo representa el 0,03% del agua subterránea de España.
Según la legislación vigente que la regula, el agua mineral supone el 95% del total de la embotellada, siendo un producto diferenciado con propiedades saludables, que contiene sales minerales y oligoelementos. Por tanto, el agua embotellada y el agua de grifo son diferentes, de la misma manera que una naranja recién cosechada es diferente a un zumo de naranja tratado.
En los últimos años se ha abierto un debate que promueve el consumo de agua de grifo en sustitución de la embotellada. La propuesta de directiva europea sobre el agua potable regula la mejora en los estándares de calidad del agua destinada al consumo humano. Sin embargo, el Parlamento Europeo ha dado un paso más recomendando el agua de grifo en los restaurantes.
El origen de este movimiento anti-agua embotellada son los residuos plásticos. Sin minimizar el problema, éste trasciende al envase de agua, e incluso a los envases domésticos en general, siendo solo una pequeña fracción de este residuo. Pero sobre todo, ya existen modelos de gestión que funcionan en la UE, en particular en España, que pueden y deben dar una solución definitiva a los residuos de envases en Europa. No es otra que la separación, depósito y reciclaje del plástico a través del Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor para envases ligeros gestionado por Ecoembes, lo que para el ciudadano conlleva depositar los envases en el contenedor amarillo.
En este contexto, ¿tiene sentido dificultar el acceso a un producto saludable, natural y de alta calidad como es el agua mineral embotellada? Lo más racional es forzar a que los ciudadanos y los propios restaurantes actúen según marca la ley y mantengan estos envases en el canal del reciclaje y que los propios sistemas de gestión continúen mejorando su eficiencia. La solución existe, es viable y genera riqueza.
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