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Fila superior. Pilar Iguácel, Alpha V. Pernia, Cristina Olarte, Maribel Martínez, M.ª Mar Zurbano, Carmen Sabater, Eva Tobías, Leticia Viñuela, Fátima Somovilla, Marina Corral, Ana Ponce de León, Mª Ángeles Valdemoros, Eva Sanz, Rosana Alonso y Magdalena Sáenz de Jubera. :: Segunda fila. Mª Ángeles Martínez, Aneider Iza, Paz Diago, Carmen Torres, Yolanda Sierra y Pepa Castillo :: Fila central. Miriam González, Cecilia Serrano, Clara Jiménez, Beatriz Pérez, Elisa Borsari, Angélica Torices, Rebeca Viguera, Alicia Pérez de Albéniz, Cristina Flores y Sofía Montenegro. :: Primera fila. Isabel Lizarbe, Vanesa Estepa, Alba García, Ana Mosquera, Pilar Camacho (portando el cartel con el lema #InvestigadorasUR), Mª Pilar Agustín y Belén Ayestarán (vicerrectoras, con el símbolo UCC+1).
Protagonistas de la investigación

Protagonistas de la investigación

La Rioja se suma a la celebración del 'Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia', con una de las cotas más notables de investigadoras | La proporción de investigadoras en la región es del 59% en el ámbito público y del 36% en el sector empresarial

Teri Sáenz

Logroño

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Domingo, 11 de febrero 2018, 17:19

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Hace unos años este reportaje no hubiera sido posible. O, al menos, con la cantidad de protagonistas que lo justifican. Es posible que en vez de una reafirmación del papel predominante ganado por las riojanas en el ámbito de la ciencia, la celebración hoy de la jornada que trata de visualizarlas en labores de investigación tuviera que haberse limitado a testimonios anecdóticos. Un puñado de mujeres excepcionales (por número y currículum) reivindicándose a sí mismas y ante sus compañeros.

La situación ha cambiado. Sobre todo en la esfera académica, con la Universidad de La Rioja como referente, pero también en buena medida en la empresa privada. En todos los ámbitos de análisis, sin importar la edad, sólo la capacidad. Lo dicen las estadísticas, se comprueba a golpe de vista en cualquier centro investigador y lo certifica el volumen de aspirantes que pueden aportar aquí su testimonio de cómo ha mutado el sentido del 'Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia' al que tampoco es ajena la comunidad autónoma.

Eva Tobías no sólo ejemplifica el equilibrio que la mujer ha ido ganando frente a los hombres en el terreno de la investigación, sino que lo ha cuantificado. Experta en estudios de género además de Responsabilidad Social Corporativa y miembro del grupo de investigación 'Igualdad y Género' de la UR, donde es profesora asociada, Tobías es autora del diagnóstico de género de la Comunidad Autónoma, que destaca a La Rioja como la región con mayor proporción de investigadoras (59%) en la esfera de la administración pública y que lidera, aunque no alcanza la equidad entre sexos, el sector empresarial (36%). La misma fuente revela, en cambio, la limitada presencia de mujeres en las direcciones de los centros de investigación riojanos, clústeres y centros tecnológicos. El documento incide en la necesidad de incrementar la presencia femenina en todos los niveles y ámbitos de investigación, así como integrar la perspectiva de género en el contenido de las investigación.

Tobías pone esta radiografía en contexto. «Sin negar los avances producidos, debemos ser conscientes del camino que nos queda por andar», avisa, dado que «la lentitud del crecimiento del total de mujeres en las categorías profesionales no se corresponde con la velocidad y el valor de las cifras de licenciadas y doctoras». Y otra disfunción: la falta de visibilización de las mujeres científicas y sus logros. «Por todo ello, la coeducación debe ser una realidad en todas las etapas educativas si queremos cambiar el futuro», concluye.

Para la ganadora del Premio de Investigaciones Feministas en materia de Igualdad que concede el Gobierno de Aragón, entre las dificultades a las que se enfrenta la mujer en la I+D+i destaca la existencia de estereotipos de género, patente en la elección de los estudios e incluso en la evaluación de los méritos, así como la incidencia de la maternidad sobre la carrera científica que retrasa su reconocimiento. ¿Es preciso implementar factores de corrección para subsanar esos desequilibrios? «Las cuotas no van en contra de la meritocracia o del talento», prologa. «Es más, la exigencia de cuotas da por supuesto que ese talento existe pero no está siendo aprovechado, por lo cual se requieren medidas que contribuyan a equilibrar la situación», dice.

La experiencia de Carmen Torres alcanza a sí misma y al resto de las mujeres -algunas de ellas procedentes de países donde la igualdad de género ni siquiera asoma en la agenda social- que participan en el grupo de investigación 'Ecología molecular de la resistencia a los antibióticos y seguridad alimentaria' de la Universidad de La Rioja y que ella coordina con una dilatada nómina de premios por su tarea. Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la UR, además de miembro de número de la Academia de Farmacia de Aragón, su nombre está vinculado a múltiples proyectos científicos como investigadora principal en grupos no sólo de Europa sino de América o África, además de colaborar con la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo y formar parte del Plan Nacional de Resistencia a los Antibióticos.

Desde esa atalaya que empezó primero en el mundo hospitalario y luego en el universitario, Torres no ha tenido que demostrar más por su condición de mujer. «Lo que sí que a veces ha resultado más complejo y requerido más dosis de 'encaje' ha sido compatibilizar el cuidado de los hijos con la actividad científica», matiza. Tampoco observa una especial causalidad en el hecho de que el grupo que lidera esté conformado mayoritariamente por mujeres. «No es una decisión premeditada, sino que ha ido conformándose así y por el interés de las profesionales por el campo de la Biología Molecular y Microbiología en el que trabajamos», describe para sí valorar especialmente el protagonismo de muchas de las investigadoras que han participado en el grupo provenientes de lugares tan diversos como Túnez, Argelia, Senegal, Nigeria, México o Brasil. «En algunos de esos países, la situación de la mujer y su acceso a la ciencia es mucho más complicado y, por lo tanto, los pasos que están dando son especialmente importantes y tienen un gran mérito», subraya.

Cuotas y conciliación

Más que reivindicarse como mujer, acomodar su carrera profesional a su vida familiar es también el mayor escollo que testimonia Carmen Nájera, la única riojana miembro de las Reales Academias centrales. En su caso de la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, a la que pertenece desde 1994 tras más de 35 años de dedicación a la investigación y la docencia en el área de la Química Orgánica que le han llevado desde la Universidad de Oviedo a las de Zurich, Oxford, Harvard o Uppsala y hasta la de Alicante, donde logró en 1993 la plaza de catedrática cosechando por el camino múltiples reconocimientos por sus avances en síntesis orgánica -especialmente en procesos catalíticos- y firmando incontables publicaciones.

Para la química najerina, todo ello ha sido posible gracias a la dedicación y una labor de equipo (y la financiación pública continuada) al margen del género de sus compañeros de estudio. «El método científico no tiene connotaciones de género», opina desde sus dilatada experiencia. «Los únicos aspectos diferenciales son las relaciones humanas con los estudiantes, discípulos y colegas a los que, en general, las mujeres damos más importancia que los hombres», apunta.

En este contexto, Nájera se muestra partidaria de fijar un sistema de cuotas. «Son desgraciadamente necesarias, porque la sociedad sigue siendo muy machista», argumenta al tiempo que subraya: «Sin embargo, en el terreno científico debe primar especialmente la valía al tratarse de un mundo muy competitivo». ¿Sigue teniendo sentido la celebración de jornadas como la de hoy? «De momento sí, ya que la mujer ha estado muy discriminada y ninguneada en el ámbito científico, al igual que en otros como las letras y las artes», responde con rotundidad.

El CIBIR es otro de los hábitats que mejor encarnan la preponderancia de la mujer en el ámbito científico en La Rioja. Allí desempeña su tarea María Izco, dentro del grupo de Neurobiología Molecular con proyectos focalizados en el estudio de los mecanismos patológicos implicados en la enfermedad del Parkinson, así como el papel de la alfa-sinucleína en la enfermedad. Ni en la Universidad de Zaragoza donde se licenció en Bioquímica, ni en la Complutense donde se doctoró ni en la empresa Araclon Biotech donde más tarde trabajó ha observado ningún tipo de minusvaloración por su condición de mujer; entornos donde ellas siempre han sido mayoría, al igual que actualmente en el CIBIR. «No considero que tengamos dificultades diferentes a los hombres para desarrollarnos en el mundo de la ciencia», sostiene. «Las capacidades no dependen del sexo, sino de la implicación de cada persona, su ambición, el desarrollo profesional y, sobre todo, de lo que disfrutas con lo que haces», opina. En lo que la investigadora sí advierte aún distancia es en el equilibrio de género en las cotas más altas del escalafón. «No existe aún una equiparación real entre hombres y mujeres en puestos de liderazgo», confirma para señalar las trabas para la conciliación familiar como factor principal. «Aún queda ahí camino por recorrer», relata advirtiendo de que el futuro de las jóvenes que aspiran a implicarse en el mundo de la investigación básica no es muy diferente al de su generación, no tanto por una cuestión de género como por razón de la financiación precisa para su desarrollo.

Esas mismas sensaciones se replican en el ámbito de la Humanidades. Al menos, así lo confirma la experiencia de Aurora Martínez , directora académica del Instituto de Estudios Riojanos IER desde el 2011 tras una extensa carrera docente y estrechamente vinculada a la investigación con más de un centenar de publicaciones relacionadas con el léxico y la literatura. «Nunca he sentido una diferencia profesional con los hombres», confiesa. «Trabajas con personas en las que no disciernes su sexo, a las que se mide por parámetros como la capacidad o el entusiasmo, nunca por su género», reflexiona la también doctora en Filología Hispánica reconociendo la «evolución natural» que se ha operado respecto a clichés sociales sobre los que hace años sí que pesaban entre ellas. «En este sentido ha habido un cambio cultural». Similar al que ha afectado a la mujer como madre. «En la mayoría de los casos creo que el reparto de tareas con la pareja es más equilibrado y se impone el diálogo; ya no se impone el 'yo te ayudo', si no el 'nos estamos ayudando'», concluye.

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