El guardia civil Antonio Segur Alviz, con la condecoración prendida en su pecho. Juan Marín
Antonio Segur Alviz | Medalla al Mérito de Protección Civil

«Para mí el premio más grande fue el abrazo de José Ignacio y su agradecimiento por salvarle la vida»

«Agradezco la condecoración, pero solo hice lo que tenía que hacer, sin más», asegura Antonio Segur

Lunes, 3 de junio 2024, 17:46

No ha pasado un buen rato este lunes, 3 de junio, en la Bodega Institucional de La Grajera, durante la entrega de las medallas al Mérito de Protección Civil. Muy agradecido, pero casi angustiado por tener que salir a los focos para recibir un reconocimiento que no cree merecer. Antonio Segur Alviz era uno de los guardias civiles que estaba de servicio el 3 de octubre del año pasado en el Palacio de Justicia, en Logroño, y que con su actuación salvó la vida a un ciudadano al que un ataque cardíaco estuvo a punto de fulminarle al poco de desplomarse al suelo. El agente le aplicó hasta tres descargas de desfibrilador y durante seis largos minutos se afanó hasta arrebatarlo de las garras de la muerte. Lo consiguió y por eso, desde hoy, cuelga de su pecho el galardón, de bronce y con distintivo rojo, el color que reconoce el heroísmo o la solidaridad, una mención destinada a esos héroes anónimos y sin capa, pero imprescindibles.

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«A los militares, con el deber cumplido nos vale. A mí ese día no me dio tiempo ni a pensar, actúe como tenía que hacerlo, sin más. Agradezco mucho este reconocimiento, pero para mí el premio más importante, el más grande, me lo dio José Ignacio cuando al cabo del tiempo, ya recuperado, se presentó en el Palacio de Justicia y nos pudimos dar un abrazo y me agradeció que le hubiese salvado la vida», asevera.

Ese día no lo ha olvidado y cree que no lo enterrará jamás. «Hay que actuar sin pensar porque se muere una persona y el momento ese es crítico. Fue bastante complicado, fueron casi seis minutos y tuve que chisparle tres veces con el desfibrilador. El primer minuto se hace eterno, los otros un poco menos, pero el primero fue terrible porque veía que se me iba», explica el agente que, además de la formación que ha recibido en reanimación cardiopulmonar a cargo de la Guardia Civil, disfruta de una consejera muy especial en casa: «Mi hija es cardióloga y siempre me ha insistido: 'Papá, el minuto cero es importantísimo, subíos encima de él y RCP porque cada minuto que pasa hay muchísimas más complicaciones'».

«Nosotros, desde la academia, llevamos en el ADN el lema de honor, lealtad y sacrificio»

Antonio Segur Alviz

Guardia civil condecorado

«Cuando me jubile, tras 46 años de servicio, seguiré haciendo lo mismo, ayudar sin pensar y atender a los que me necesiten»

Él no lo dudó y salvó la vida a otro ser humano. «Esto es básico y tenían que enseñarlo en los colegios porque así se salvaría a mucha gente», insiste para volver a restar importancia a su acto altruista: «He hecho lo que tenía que hacer, sin más. Nosotros, desde la academia, llevamos en el ADN el lema de honor, lealtad y sacrificio y a mí me da igual ir vestido de verde, con el uniforme, que de paisano, que actuaré siempre igual, esa vocación de servicio y ayuda la llevas dentro. Por eso siempre digo que mis compañeros, el cuerpo, y también mi familia me han hecho ser mejor guardia civil, pero también mejor persona».

Nacido hace 62 años en el municipio extremeño de Nuñomoral (Cáceres), septiembre cumplirá 43 años en la Guardia Civil, los últimos 34 en La Rioja, adonde llegó por primera vez en 1982, para, tras una década en Álava, retornar definitivamente a la comunidad en 1992. «Desde que nació mi hija aquí decidí quedarme en La Rioja, buena tierra, y aquí seguiré cuando me jubile, aunque aún me faltan todavía tres años. Colgaré el uniforme tras 46 años de servicio, pero seguiré haciendo lo mismo, ayudar sin pensar y atender a los que me necesiten, así ha sido siempre y así será, porque, como se suele decir, si es fácil lo puede hacer cualquiera, pero si es difícil llama a la Guardia Civil», concluye para atender a varios compañeros del cuerpo que le esperan para trasladarle su enhorabuena.

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