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La profesora Sabater. M. HERREROS
«La pobreza se difumina porque se intenta hacer una vida normalizada»

«La pobreza se difumina porque se intenta hacer una vida normalizada»

Las jornadas 'Los rostros de la pobreza' abordan una realidad que Sabater liga a problemas psicológicos, psiquiátricos y casos de fracaso y acoso escolar entre los más jóvenes Carmen Sabater Profesora de la UR

LUIS J. RUIZ

LOGROÑO.

Miércoles, 29 de noviembre 2017, 00:01

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La pobreza ha cambiado en los últimos años. En nada se parece ya a ese imaginario colectivo que la vincula a los sintecho, a la vida entre cartones o a la mendicidad. Esa realidad sigue existiendo, sí, pero es el rostro más crítico de un fenómeno cuya base social se ampliado durante la última década 'gracias' a todas las derivadas de la crisis económica (perdida del empleo, recortes en las ayudas sociales, reducciones salariales, etc.). Es la nueva pobreza, realidad que durante esta semana analiza la Universidad de La Rioja en las jornadas sociológicas 'Los rostros de la pobreza' que coordina Carmen Sabater, profesora del área de Sociología de la UR.

- ¿Cuál es la realidad de la pobreza en La Rioja?

- Es un tema bastante invisibilizado y está muy normalizada. El problema es que la medición tradicional no alcanza los niveles actuales de pobreza porque los umbrales medios han bajado y hay un mayor empobrecimiento de lo que parece. La medición de la pobreza tendría que tener en cuenta el indicador Arope, que incluye también la privación material, el no ir de vacaciones, no tener la calefacción adecuada, no tener móvil... La pobreza se difumina entre la población por que intenta hacer una vida normalizada.

«Estamos ante una pobreza vergonzante y cuesta mucho reconocer esas necesidades» «El perfil más afectado es el de familias numerosas, que es el más recurrente en asociaciones de ayuda»

- ¿Cuál es la nueva pobreza?

- Es la surgida a partir de la crisis económica. Existía una previa normalización y se ha producido una ruptura en sus vidas. El origen está en un problema derivado del trabajo, en un ERE, una reducción de salario. Además ha habido un agotamiento de los recursos, la ayuda familiar es más corta y se han registrado rupturas vitales (separaciones, divorcios, enfermedades...). Todo eso ha hecho que se rompa el proyecto vital de las personas. En España hay un 13% de trabajadores pobres. Personas que están trabajando con un salario con el que no cubren sus necesidades básicas. Entre ellos destacan los jóvenes que viven en pareja y sin hijos y que tienen unos ingresos que no les permiten cubrir sus gastos de alojamiento, manutención, ropa...

- ¿Hay algún colectivo especialmente afectado?

- En España la pobreza afecta al 23%, un dato que en La Rioja se sitúa en el entorno del 18%. Afecta menos a las personas mayores ya que tienen unas pensiones que, aunque sean bajas, al caer los umbrales de pobreza no están incluidos. En el caso de las familias monoparentales ha habido una atenuación de la pobreza y ahora el perfil más afectado es el de las familias numerosas, que son los casos más recurrentes en las asociaciones que prestan ayuda. También está presente en población en edad activa relativamente joven, de entre 20 y 45 años, y entre menores de 16 años.

- ¿Cómo afecta a los menores vivir en una situación de pobreza? ¿Condiciona su futuro?

- Les está afectando la angustia en que viven sus padres, que se encuentran bloqueados ante esa situación. Así, se dan casos de fracaso y acoso escolar, problemas psicológicos... A los menores les cuesta más continuar con los estudios porque han perdido la vida normalizada a la que estaban acostumbrados.

- ¿Y cómo lo viven los afectados?

- Esa forma de pobreza implica más angustia y desamparo porque es una dificultad nueva y es inesperada ya que les ha llegado de una manera imprevisible. Eso ha generado una problemática que, en muchos casos, implica tratamientos psicológicos o psiquiátricos ya que les es muy difícil cubrir las necesidades vitales básicas a las que estaban acostumbrados.

- ¿Cómo se puede combatir?

- Las asociaciones están desbordadas por la demanda. Lo que necesitan es una continuidad en sus ingresos ya que mantener un hogar sin ayudas es muy difícil. Está, por ejemplo, la renta de ciudadanía, que ofrece unos ingresos mínimos que ni siquiera cubren la vivienda. También se dan ayudas para alimentos o para la luz, pero todo es bastante limitado y no alcanza las necesidades que requieren. Los servicios sociales garantizan un poco esa ayuda, pero estamos ante una pobreza vergonzante y cuesta mucho reconocer explícitamente esas necesidades. Cuando acuden al recurso es en último término: primero recurren a la familia, alquilan habitaciones, se dedican a la economía sumergida. Buscan todos los recursos que indiquen una mayor normalización hasta que, si se cronifica la pobreza, acuden a Cáritas, a Cruz Roja o a la Cocina Económica para atender esas necesidades.

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