Magia desde el patio de casa

En cada jornada de aislamiento, las 20.00 horas suponen un momento de distracción para la ciudadanía cuando sale a los balcones y ventanas a aplaudir en homenaje al personal sanitario. En algunas calles y urbanizaciones incluso suena música y el momento casi deriva en fiesta. ¿Y cómo viven los magos el estado de alarma? ¿Cómo sobreviven sin público al que maravillar con sus trucos de ilusionismo?

Cid Peña, el Mago Cid, reside en la urbanización Mirador II de Villamediana y, tras realizar una actuación a través de una red social representando a la asociación Abracadabra (con la que una vez al mes acude a actuar al hospital San Pedro junto a su compañero, el mago Alcalá), decidió, por qué no, hacer una función para sus vecinos.

«Todos los días a las 20.00 una chica pone música en el patio interior y veía que los vecinos se animaban, uno incluso cantó una saeta en Semana Santa, así que me animé», recuerda Cid, quien aclara que «quería que fuera una actuación con respeto, porque quizá a la gente no le apeteciera, así que propuse hacerlo el sábado a las 18.00 horas, avisamos antes por megafonía y celebramos un acto para entretener a la gente».

Claro que actuar en el patio de casa, ante los vecinos (calcula que son 50 balcones con una media de dos vecinos en cada uno), desde todos los ángulos de visión, tiene sus inconvenientes. «La puesta en escena es lo más dificultoso. Tengo que quitar la sombrilla y las macetas del patio, sacar la mesa del escritorio a modo de escenario elevado, porque tengo una valla, y después volver a recogerlo todo.

No disponer de un ángulo muerto ante el público puede suponer un serio problema para un mago, así que Cid admite que «tuve que buscarme la vida, porque hay gente hasta en mi espalda». «Normalmente la magia que hago es todoterreno, para un teatro o para la plaza de un pueblo, así que, en ese sentido, no tengo demasiados problemas». Hace aparecer una paloma y un conejo de la nada, 'transforma' uno en el otro... Magia de verdad, buscando «la complicidad y el humor, empleo recursos grandes, pañuelos de colores, como si estuviera ante un gran auditorio», solo que no puedo contar con voluntarios entre el público.

El Mago Cid actuará en más ocasiones para sus vecinos, pero no quiere que sus funciones se conviertan en una rutina sino que sean algo extraordinario. «Quiero dar ilusión a las familias, y que disfruten», expone. Y no esconde que, al acabar, cuando empezó a recibir las felicitaciones, mensajes, fotos y vídeos, «me emocioné porque había salido todo el mundo, todos los vecinos participaban y gritaban durante la función».