Aldo Olcese, en un momento de su discurso. JUSTO RODRÍGUEZ

«El liderazgo de los empresarios es esencial para que mejoren las conductas»

«Si el ejemplo del empresario es de valores positivos, fraternidad y ética, el comportamiento de los empleados tenderá a mejorar», apunta Olcese

Jueves, 16 de mayo 2024, 20:50

Cada vez hay más actos que dependen «de nuestras conductas» y, en este punto, las empresas «tienen mucho que decir y mucho que hacer para mejorar la sociedad, para que seamos mejores personas y, también, para hacer mejores los negocios, porque hay muchas parcelas libres que no dependen ni de los gobiernos ni de la regulación, sino de la conducta de los seres humanos, de su comportamiento».

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Así lo aseguró ayer el economista y miembro de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, Aldo Olcese, durante el foro económico organizado por Diario LA RIOJA –un espacio para «reflexionar sobre la actualidad económica», como resumió el director general de Nueva Rioja, Goyo Ezama–, en el que reflexionó sobre la economía del bien común y las relaciones existentes entre ética y negocios.

En este punto, apeló a «la responsabilidad individual, a nuestras convicciones morales y nuestros valores, que dependen de nuestro corazón y cabeza y que no tenemos que ver reflejados en ningún texto del BOE». De ahí que resulte «esencial» la «fuerza, importancia y el liderazgo de los empresarios, porque según cómo se comporten se derivarán muchas de las conductas de los trabajadores. Si el ejemplo del empresario es el de valores positivos, ética y fraternidad, el comportamiento tenderá a mejorar».

Durante su intervención, Olcese apostó por impulsar una economía que atienda a criterios de ecología y sostenibilidad

En su comparecencia, en la que invitó a reflexionar sobre la importancia de «ganar autonomía energética, ser flexibles e identificar a nuestros enemigos comunes, pero dejando las ideologías aparte y respetándolas», también abordó la necesidad de «afrontar la nueva geopolítica», que conlleva «grandes desafíos» que hay que superar.

En este sentido, apuntó que es fundamental lograr una autonomía financiera. «Es más importante de lo que parece, porque a través del sistema de pagos y de su administración se establecen las sanciones que después llegan a las industrias y a las empresas», explicó. Asimismo, resulta «esencial» el «aprovisionamiento y la seguridad energética», que «ha estado en el centro de la última crisis que hemos tenido, de la que aún vivimos sus consecuencias, como es el incremento de los precios». En este punto, señaló que «teníamos problemas en la cantidad o el precio de la energía, que derivaba de la capacidad o no de aprovecharla o de la autonomía energética que podíamos tener, en lugar de la autonomía financiera».

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El economista también apuntó como reto la autonomía de los datos, «el concepto de nube soberana, que hace referencia a los datos que tengamos en la nube y al control que pueda tener sobre ellos el país que disponga de ella –como son EE UU y China–». Europa, por su parte, «no la tiene ni se la espera, porque necesitaríamos muchos componentes que dependen de la tecnología americana o china y podrían obtener el dato de cualquier ciudadano». De ahí que en lugar de «enfrentarme a un enemigo tan poderoso, que puede controlar todos mis datos», sea necesario «establecer protocolos de colaboración que aseguren el control y la gobernanza de unos datos que sí podemos compartir».

Pero para que pueda haber «una economía del bien común» que permita que «nos vayan bien las cosas», hace falta avanzar «hacia una cooperación inteligente, interesada e implicada» y hacia una gobernanza «flexible y armonizada». Asimismo, tiene que existir «respeto institucional a unos modelos políticos, sin considerarnos superiores a otro ser humano», además de una fraternidad «responsable como único denominador común».

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En este punto, aseveró que «no hemos sabido desarrollar una economía del bien común» y, por ello, redefinió los tres conceptos que la integran. Todo, porque «ya no estamos ante una economía financiera, sino ante una economía de la ecología y la sostenibilidad». Para construir esta nueva economía del bien común, sin embargo, consideró clave «la preservación de la integridad del ser humano, que significa incorporar grandes dosis de humanismo en nuestras conductas, y una mayor sostenibilidad para sostener el planeta Tierra. Todo ello, conciliado con la obtención de beneficios y con una sostenibilidad financiera».

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