Borrar

Una lengua diversa y sin complejos

El Club de Amigos de Futuro en Español abre capítulo en San Millán | Los socios de la entidad apuestan por convertir el idioma en «lengua vehicular para la investigación y para la difusión científica»

Luis J. Ruiz

Logroño

Jueves, 26 de octubre 2017

La biblioteca del Cilengua, una gran sala en la que dominan la madera y los libros de materia religiosa, se convirtió en el particular «nido del águila» del Club de Amigos de Futuro en Español, que ayer quedó oficialmente constituido ladera abajo de donde hace más de un milenio se escribieron las primeras palabras en español. Pero realmente el club nació al otro lado del charco, hace ya algún tiempo y en el interior de una saturada camioneta que recorría las calles de Medellín. En ella, recordó Benjamín Lana, director editorial de Medios Regionales de Vocento, viajaba, entre otros, Leonor González Menorca, consejera de Desarrollo Económico e Innovación del Gobierno de La Rioja, que se comprometió a impulsar la iniciativa. «Toda esa energía positiva, todo ese conocimiento mutuo que suponían los encuentros de Futuro en Español no podía desperdigarse», apuntó Lana.

El club nace «con el objetivo de ofrecer una constante reflexión sobre nuestra lengua» y entre sus primeros 'socios' figuran cineastas, periodistas, escritores, sociólogos y científicos de ambos lados del Atlántico. Un grupo tan heterogéneo como diverso, recordaron, pero unido por la lengua y por la promoción del español como su principal razón de ser.

En la puesta en marcha, en la mañana del miércoles, del Club de Amigos de Futuro en Español, la decana de la Facultad de Educación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) hizo especial hincapié en la necesidad de que “cuidar el español” se convierta para todos los hispanohablantes en “un objetivo compartido en un mundo en el que tiene una gran influencia el inglés”. Durante el prolijo debate que se celebró en la acogedora biblioteca del Cilengua, la decana de la Facultad de Educación de la universidad virtual “hay que avanzar para evitar que el español sea una lengua coloquial y el inglés el idioma científico y de investigación”.

En esa línea, Martínez Carro abrió otro interesante debate en relación al bilingüismo. Según argumentó, “el auge del inglés como vía de enseñanza en buena parte de las materias del currículum escolar deja al español en una posición perjudicada”. Por eso defendió ante sus compañeros de mesa la necesidad de “hacer un alegato para alcanzar un equilibrio ya que muchos niños acaben la Secundaria aprendiendo más inglés que español, que es el futuro que se puede dar dentro de ocho años. Nuestros profesores creen en el bilingüismo”, dijo antes de completar que “el español, en España, se está empobreciendo”.

José Luis Prusén, director de Diario LA RIOJA, explicó que tras siete años de Futuro en Español había llegado el momento de poner en marcha esta iniciativa: «No tanto como amigos del foro que es Futuro en Español, sino en la medida en que consideramos que nuestra lengua tiene una proyección importante y que junto a los mil años de historia que suma le quedan muchos miles más por vivir».

«El español no tiene fronteras ni límites. Tiende puentes y sirve para estrechar lazos»

José ignacio ceniceros

Entre los asistentes a ese primer encuentro estuvo José Ignacio Ceniceros, presidente de La Rioja, que recordó que el español «no tiene fronteras ni límites ni barreras» y destacó «la importante la labor que pueden desempeñar los medios de comunicación y los sistemas educativos y tecnológicos en el uso correcto del español, en su promoción como lengua de divulgación científica o en su posicionamiento digital».

Tender puentes

Además, tras recordar el origen riojano de la lengua, Ceniceros sostuvo que es un idioma apto para «tender puentes y estrechar lazos» y abogó «por la defensa, difusión y buen uso del español en un momento de gran trascendencia para nuestro país: las circunstancias por las que atravesamos nos deben conducir a valorar más y mejor lo que nos une», completó.

En la misma línea, Benjamín Lana argumentó que «el español es ahora una lengua americana. Un idioma para el diálogo y la tolerancia. La defensa del idioma tiene que ser una disculpa para el encuentro entre españoles y latinoamericanos después de que en las últimas décadas cada uno haya mirado para un lado por distintos motivos». De igual manera, llamó a «ser capaces de canalizar los esfuerzos y cuidar esta espada láser que abre las puertas de millones de corazones y que es el español». Dicha defensa de la lengua empieza, según debatieron los ponentes, en el fuero interno de cada hispanohablante, en el sentimiento de orgullo de compartir un idioma con más de 550 millones de personas. «En ocasiones, sobre todo en el ámbito técnico, nos da vergüenza utilizarlo y lo que tenemos que hacer es defenderlo», dijo González Menorca.

«La defensa del idioma tiene que ser una disculpa para el encuentro entre españoles y latinoamericanos »

Benjamín Lana

Lo apuntó en los prolegómenos de un debate intenso en el que, por un lado, se defendió la necesidad de que «el español esté unido al descubrimiento científico y a la invención, de forma que sea una lengua vehicular para la investigación y la difusión científica», señaló Senén Barro, catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela.

Los 24 fundadores del club destacaron además la necesidad de reforzar la presencia del español en la educación y hubo quien alertó del progresivo «empobrecimiento» del idioma ante la paulatina 'colonización' de las aulas por el inglés. «El contacto con otros idiomas no ha perjudicado nunca al español», reseñó Mario Jursich tratando de rebajar las alarmas, a quien completó el peruano Toño Angulo: «El español es la lengua más ingeniosa, más plástica, permeable y esponjosa para adaptar palabras de otras lenguas».

Manifiesto de San Millán

En 1911, el historiador granadino Manuel Gómez-Moreno descubrió en las páginas de un códice medieval procedente del Monasterio de San Millán una serie de anotaciones en romance, que se conocen como Glosas Emilianenses y que constituyen el primer ejemplo histórico de nuestra lengua. En ellas encontramos el primer texto en español.

Aunque en una sociedad como la nuestra cualquier lugar es apropiado para lanzar un manifiesto sobre la lengua, este monasterio goza de una particular

importancia simbólica a esos efectos. Con seguridad, los monjes de San Millán nunca imaginaron que esas primeras anotaciones en una lengua en ciernes desbordarían las páginas de los códices y los muros del antiguo escritorio hasta convertirse no sólo en la lengua común de la comarca sino del reino entero y, andando los siglos, de 570 millones de personas en todo el mundo.

Así pues, lo que nos preocupa no es la salud del español –nuestro idioma goza de una pujanza manifiesta–, sino los efectos de su expansión por el mundo: qué papel le corresponde a la lengua como vehículo facilitador del diálogo y el entendimiento que hacen posible la democracia, por una parte, como agente de expresión, comprensión y comunicación del conocimiento y la cultura, por otra, y como soporte para el intercambio y las relaciones económicas entre sus hablantes.

Entre España y sus antiguas colonias de América y África se vivió durante siglos el curioso malestar de sentir que los relojes de nuestras culturas no estaban sincronizados en la misma hora. A ese malestar, que pudiéramos llamar la discordia de los relojes atlánticos, se deben desencuentros, guerras, confusiones, crímenes, locuras y un larguísimo etcétera de infortunios.

Sin querer borrar la memoria de aquellos tiempos, nos parece que ha llegado el momento de ensayar algo diferente; creemos que, en vez de seguir viviendo en husos horarios distintos, aislados, excluyentes, deberíamos emprender una concertación de los relojes atlánticos. Que la hora lingüística en Madrid, Asturias o La Rioja sea la misma de Bogotá, Ciudad de México o Buenos Aires. Que en Cádiz, Malabo, Barcelona, Oranjestad, José Ignacio y la Punta Dungeness las manecillas del reloj del idioma señalen exactamente los mismos puntos.

En términos prácticos, las acciones para fomentar estos propósitos son múltiples –y Futuro en Español quiere dedicarse conscientemente a explorarlas–, pero por ahora nos gustaría insistir en dos de ellas. La primera es que el español debe pensarse a sí mismo como un idioma de diálogo, de tolerancia, de aceptación mutua. No se nos escapa que en muchísimas partes la lengua que compartimos no es la lengua oficial, que otros idiomas conviven con ella y que en determinados lugares sólo la entiende y la habla una minoría. Esta patente realidad debería traducirse en un cambio de imaginarios. Si en el pasado el español fue identificado con una espada, nos gustaría que en el futuro se le reconociera como una mano extendida.

Por eso mismo, queremos reflexionar sobre cómo preservar la singularidad y riqueza de nuestra lengua, sin caer en el casticismo ni en el exceso normativo, y sobre cómo relacionarnos con los préstamos lingüísticos de cualquier otro idioma con el que compartamos fronteras, en medio de un mundo cada vez más interrelacionado.

El español no sólo puede sino que debe ser ese sitio de encuentro, esa zona de asombros recíprocos: además de promover una respetuosa cordialidad entre todas sus variantes, sin dejarse inundar por una obsesión purista ni por modismos pasajeros, debemos fomentar que los habitantes a este y al otro lado del Atlántico sientan que el idioma es la verdadera patria de todos. Sólo así conseguiremos revertir esa aniquiladora sensación que tantos tienen de vivir en la periferia del idioma, en los barrios malos de la lengua, en los extramuros lingüísticos.

Estos propósitos, aunque de apariencia modesta, representan una revolución copernicana si consideramos que en los últimos tres siglos la forma de entender el idioma ha sido diametralmente distinta. Demasiado a menudo nuestra lengua tuvo un perfil avasallador, y demasiado a menudo sus métodos para imponerse fueron cualquier cosa menos persuasivos.

En este y en los próximos encuentros de Futuro en Español indagaremos los caminos para llegar a esa meta difícil y elusiva. Por lo pronto, invitamos a quienes nos acompañan a acompasar nuestros relojes. Al margen del destino individual que a todos nos quepa en suerte, esperamos que el futuro de todos sea, sí, un futuro en español.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja Una lengua diversa y sin complejos

Una lengua diversa y sin complejos