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LUIS JAVIER RUIZ* ljruiz@diariolarioja.com
LOGROÑO.
Miércoles, 9 de agosto 2017, 23:40
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Navarrete se despertaba ayer como cualquier otro miércoles. En el corazón de la localidad, poco después de las 8 horas, una patrulla de la Guardia Civil del puesto de Fuenmayor comprobaba que el mercadillo semanal ya estaba instalados y que la rutina, aún con legañas, comenzaba a fluir de la mano de los más madrugadores. Poco antes de iniciar esa ronda, en cuartel de Fuenmayor, se subía al vehículo asegurando a su compañero que tenía un mal presentimiento. Acertó.
Ese mal presentimiento estaba aparcado en el descampado del Camino la Mora de Navarrete, una vía secundaria que se convierte en camino rural cuando llega a los viñedos y acceso alternativo a la zona residencial del entorno de las piscinas. En el interior de un vehículo oscuro -un BMW o un Citroën, según versiones- tres hombres esperaban a que dieran las 8.30 horas. La cuenta atrás había comenzado. Solo faltaba que, 150 metros más arriba, abrieran las puertas del Banco Santander.
Siguiendo el plan trazado, uno de ellos se quedó en el vehículo; los otros dos caminaron hacia la pequeña oficina bancaria. Llegaron pocos minutos después de las 8.30 horas. Ajenos a lo que les esperaba, el director atendía al cliente más madrugador de la jornada. Con el rostro cubierto, 1,80 de estatura y armados con sendas pistolas, los dos delincuentes accedieron a la sucursal, les encañonaron y exigieron al director que abriera la caja fuerte. Amedrentado, el responsable solo acertó a decirles que era imposible, que tenía un retardo de 30 minutos. Frustrados sus objetivos, los ladrones, nerviosos, decidieron encerrarles en el baño y llevarse el dinero de la ventanilla. Ante las súplicas del director, explicaba un empleado de la entidad, descartaron dejar a sus rehenes en los aseos, tomaron el dinero y huyeron. Fueron menos de cinco minutos, explicaban a Diario LA RIOJA fuentes de la investigación. Sabían lo que hacían: «Son profesionales y lo han hecho muy bien», reconocían.
Pero su profesionalidad quedó en entredicho en una fuga con muchos paralelismos con un mal 'sketch' de humor. Pistola en mano, salieron a la carrera de la sucursal con los fajos de billetes en las manos. Tras ellos lo hizo el cliente al grito de 'policía, policía' y les persiguió durante unos metros.
Las ventanas se llenaron de sorprendidos vecinos. «Parecía que había llovido dinero, estaba la calle llena de billetes. Al principio se les cayeron los de 10 euros, pero según se acercaban al coche, todavía con la pistola, comenzaron a perder de 50 euros. Uno de ellos llevaba una especie de gorro de paja», recordaba un testigo del Camino la Mora.
El coche derrapó (agentes de Criminalística de la Guardia Civil analizaban ayer las huellas y marcaban pruebas en el descampado) y salió «a toda velocidad» con los tres atracadores dentro. Se supone que en dirección a Entrena, pero la Guardia Civil seguía investigándolo ayer.
Horas después, no había otro tema de conversación en Navarrete. Bajo los plataneros y frente a la sucursal tres ancianos veían a los agentes entrar y salir y especulaban; la madre del cliente encañonado decía que su hijo estaba 'de ronda' con los agentes; y en el mercadillo clientes y tenderos hablaban del género... y de que no les hubiera importado encontrarse un puñado de billetes...
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