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Un grupo de estudiantes atiende a su profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de la Universidad de La Rioja (UR). U. R.
Ingenierías con un alto índice de empleabilidad
30º aniversario de la Universidad de La Rioja

Ingenierías con un alto índice de empleabilidad

Tres titulaciones. La Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de la UR oferta tres grados: el de Ingeniería Mecánica, el de Eléctrica y el de Electrónica, que destacan por sus prácticas, su «alta esencia de versatilidad» y por sus salidas profesionales

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Sábado, 18 de marzo 2023, 01:00

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Pedro J. Sáenz siempre sintió curiosidad por las tareas mecánicas: durante su infancia, además de disfrutar con la construcción de distintas estructuras, desmontaba pequeñas máquinas para ver cómo funcionaban. De ahí su motivación, cuando emprendió su camino universitario, de estudiar Ingeniería Mecánica, una de las tres titulaciones que se ofrecen desde la Escuela Técnica de Ingeniería Industrial de la Universidad de La Rioja y que le han llevado a trabajar en Estados Unidos.

A ella llegó, en parte, «por las buenas oportunidades laborales que ofrecía al finalizar los estudios». Una empleabilidad que corrobora el director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de la UR, Pedro María Lara Santillán, que asegura que «nuestros títulos se han movido tradicionalmente en el 'top 10' de empleabilidad. De hecho, existen varios estudios que auguran que, durante esta década, las empresas demandarán más ingenieros que los que seremos capaces de formar las universidades», explica Lara Santillán.

No solo eso. Las tres ramas industriales son «titulaciones habilitantes» para el ejercicio de la profesión regulada de Ingeniero Técnico Industrial, por lo que «no hace falta realizar un máster para ejercer». Además, se trata de unos estudios que se caracterizan por «una alta esencia de creatividad y versatilidad». De ahí que los tres grados que se imparten en la universidad riojana adquieran una mayor importancia. «La UR cuenta con múltiples beneficios añadidos. El volumen de los grupos es más reducido que en muchas otras universidades, lo que se traduce en una cercanía en el trato entre los docentes y el estudiantado, una mayor posibilidad de acceder a becas basadas en ayudas internas, una mayor facilidad para participar en proyectos singulares y de investigación, además de una mayor ratio de plazas para poder tomar parte en programas de intercambio».

«En esta década, las empresas demandarán más ingenieros que los que podremos formar»

Pedro Mª Lara Santillán

Dir. Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial

Estas tres ramas de un mismo árbol también destacan porque comparten el 57,5% de las asignaturas comunes, lo que posibilita «poder cambiarse de un grado a otro después del primer o segundo curso y que las materias sean reconocidas o que con cursar menos de la mitad de los créditos se pueda obtener un segundo grado de la rama industrial». Todo ello, apunta el director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería, «dota a los alumnos de una alta capacidad de visión espacial que permite representar e interpretar gráficamente las soluciones a los problemas sin perder de vista el concepto de empresa». Además, cada uno de los grados «aporta una ampliación en las habilidades específicas propias de las disciplinas industriales más relacionadas con su especialidad».

De ahí que el perfil del estudiantado «se corresponda con personas creativas, con capacidad de innovación, con interés por cómo funcionan las cosas y con inquietud en solucionar los problemas». El valor añadido de esta oferta va a más. Todo debido, principalmente, a que la realización de las prácticas en empresas es «realmente enriquecedora». Tanto es así, explica Lara Santillán, que «se trata de una asignatura obligatoria en nuestros grados. Esta es una de las características de la UR y que nos diferencia de la mayor parte de universidades que ofertan estos grados. Nos lo podemos permitir por ser una universidad pequeña y altamente integrada dentro del tejido industrial riojano».

Las prácticas, a nivel profesional, «permiten al alumnado completar su formación y llevar los conocimientos adquiridos en clase a circunstancias reales, a situaciones que cuentan con contextos imposibles de desarrollar en el aula». En lo personal, «suponen potenciar habilidades y competencias, como la capacidad de adaptación, la responsabilidad, la organización del tiempo o el pensamiento crítico». De ahí que las prácticas se erijan «como un escaparate y una puerta de acceso hacia el mercado laboral».

Salidas profesionales

En relación a la inserción laboral, «sería más fácil hablar de cuáles son las salidas profesionales a las que no puede optar un graduado en una de las ingenierías de la rama industrial, porque es difícil ver algo a nuestro alrededor en lo que no haya tenido nada que ver un ingeniero». De hecho, los egresados pueden realizar proyectos asociados a la profesión regulada de Ingeniero Técnico Industrial, desarrollar las direcciones de obra de estas iniciativas o formar parte de los equipos encargados del control de la producción. También pueden participar o dirigir los grupos de trabajo responsables del mantenimiento industrial, elaborar informes técnicos y de asesoramiento o integrarse dentro de los servicios u oficinas técnicas de las distintas administraciones públicas. Las posibilidades no acaban ahí: pueden impartir formación en secundaria, en módulos formativos, en bachillerato o en universidades.

Los tres grados cuentan, a su vez, con salidas profesionales más específicas y, a medida que evolucionen, «pueden integrarse dentro de los equipos de dirección de las empresas o grupos de investigación, e incluso liderarlos». «En realidad, la trayectoria de algunos de nuestros egresados nos ha demostrado que su formación técnica, acompañada de una personalidad estructurada, les permite alcanzar cualquier meta profesional».

  1. Imagen principal - «Me proporcionó la formación para estar preparado para todo»
    Pedro J. Sáenz Ingeniería mecánica

    «Me proporcionó la formación para estar preparado para todo»

Pedro J. Sáenz siempre disfrutó de tomar parte en tareas mecánicas: sentía curiosidad por la construcción de estructuras o por desmontar pequeñas máquinas para ver cómo funcionaban. Un interés que le llevó a estudiar Ingeniería Mecánica «por las buenas oportunidades laborales que ofrecía tras finalizar los estudios».

Desde entonces, su satisfacción no puede ser mejor. En parte, porque su experiencia fue «muy formativa». «Dediqué mucho tiempo estudiando y aprendí infinidad de cosas, no solo ingeniería». De ahí que uno de los puntos fuertes de este grado sea que «ofrece una formación variada, que cubre muchos aspectos, con especial énfasis en formar a los alumnos en situaciones prácticas que luego van a encontrar en sus puestos de trabajo».

No solo eso: también es una titulación «muy exigente, requiere de mucho estudio, lo que te prepara para afrontar más adelante retos más ambiciosos». «Recibí la formación base necesaria que me ha permitido convertirme en profesor de Matemáticas y dirigir un grupo de investigación en Física. Mi caso es un buen ejemplo para demostrar que estudiar Ingeniería Mecánica me proporcionó la formación necesaria para estar preparado no solo para trabajos de ingeniería, sino para mucho más», resalta.

  1. Imagen principal - «Mi paso por la UR me enseñó a buscar solución a los problemas»
    Paloma Maisterra Ingeniería Electrónica y Automática

    «Mi paso por la UR me enseñó a buscar solución a los problemas»

A Paloma Maisterra siempre le interesaron los juegos de construcción y los acertijos: le gustaba aplicar la lógica. Ya con solo 12 o 13 años, tras cursar la asignatura de Tecnología en el colegio, descubrió que la ingeniería era lo suyo. «Las matemáticas y la rama científica siempre me ha interesado mucho y la ingeniería me parecía una forma de aplicar todos esos conocimientos en la vida real», explica. De hecho, esta aplicación de los conocimientos científicos a su día a día «convirtió a la ingeniería en algo muy interesante para mí». Ya en su camino universitario, decidió estudiar Ingeniería Mecánica: hasta que descubrió la electrónica. «La asignatura de Electrónica digital y de Ingeniería de control, que son comunes a todas las especialidades, me abrieron un mundo nuevo y apasionante, por lo que decidí cambiar la especialidad». Fue entonces cuando descubrió la Escuela de Ingeniería de la Universidad de La Rioja y no dudó en formar parte de ella.

Desde entonces, su experiencia no puede ser mejor. De su formación destaca «la atención personalizada por parte del profesorado y la visión práctica de la carrera». No solo eso: también ha aprendido a resolver problemas. «Aprendes y estudias sobre muchas materias complejas, lo que te prepara para el día a día de cualquier ingeniero». Además, el abanico de prácticas que se oferta desde la UR es «bastante interesante», como sus salidas profesionales. «Las posibilidades son tantas que, cada día que pasa, crecen un poco más, lo que te obliga a aprender cosas nuevas y estar al día».

Su paso por la Universidad de La Rioja le han permitido «sentar la base de lo que soy». «Me formaron como profesional y como persona. Me enseñaron a caerme y levantarme, a buscar la solución a los problemas, lo que es algo que sirve a todos los niveles, además de a ser perseverantes a la hora de conseguir los objetivos que me propongo», resalta. También «me despertaron las ganas de innovar y de buscar nuevas formas de hacer las cosas, y gracias a todo eso sigo evolucionando y creciendo día a día».

  1. Imagen principal - «Me permitió entrar a un mundo laboral con muchas salidas»
    Gonzalo del Castillo Ingeniería Eléctrica

    «Me permitió entrar a un mundo laboral con muchas salidas»

Gonzalo del Castillo siempre tuvo claro que quería estudiar una ingeniería. De hecho, tras cursar en bachillerato algunas materias relacionadas, decidió decantarse por la Ingeniería Eléctrica. En parte, porque el primer curso en la UR era «prácticamente común» a las tres ramas que se ofrecían, «lo que me daba un margen de maniobra».

En su caso, no estudió un grado, ya que «fui por el plan anterior de tres años más otros dos, aunque 'solo' hice la técnica». En todo ese proceso, «la universidad te enseña la realidad, que las cosas empiezan a ir en serio». De ahí que, en base también a algunas de las materias impartidas, como Subestaciones 2, haber empezado y terminado la carrera se haya convertido «en la mejor decisión que he tomado en la vida, ya que me ha dado opciones de insertarme a un mundo laboral donde los ingenieros tienen muchas salidas en ámbitos muy distintos, ya que esta carrera te permite ser polivalente meterte en un mundo tremendamente extenso».

A lo largo de su camino universitario, estos estudios «me permitieron entrar en una rueda, en un mundo profesional al que sigo vinculado once años después con la suerte de no haber parado nunca de trabajar. La UR me puso en la ficha de salida y me supe subir al tren cuando me tocaba», concluye.

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