La hostelería continúa guardando el luto a la barra
Aforo insuficiente ·
Los bares de Logroño creen que la ampliación del número de clientes dentro del local apenas aliviará la inanición de sus cajas registradorasLUIS JAVIER RUIZ
Jueves, 18 de marzo 2021, 01:00
Lo que más sigue sorprendiendo es el silencio. Al de la calle, asociado al menor ajetreo de transeúntes y que permite descubrir sonidos que el ... bullicio ocultaba antaño, ahora hay que sumar el de los bares. Si antes había que apelar a la capacidad pulmonar y forzar las cuerdas vocales para pedir un café, ahora se puede hacer con voz queda, como si la timidez hubiera contagiado al más alborotador de los clientes. Y eso que desde este lunes, el nivel 3 del 'semáforo COVID' de La Rioja permite ocupar el 50% del aforo interior de los establecimientos hosteleros.
Eso está bien, viene a coincidir el sector, pero tampoco es que sea la panacea: ni en los bares de barrio, ni en los del centro ni, mucho menos, en los de las calles Laurel, San Juan y aledañas. «La clave es la barra», asume uno de ellos. Y para eso, para que vuelvan a ser lo que eran, hacen falta vacunas y tiempo. Y aún así, asumen, ya nada volverá a ser como antes.
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«No, en la barra no», responde Cristóbal Roldán (Bar Picasso, Portales, 4) al cliente que acaba de pedir uno solo y sin azúcar ni sacarina. «La mayor parte de la gente responde», explica al otro lado de la barra desde donde percibe «miedo» a regresar al interior del local. La mayor parte de los clientes optan por la terraza. Con la ventilación natural que le ofrece el acceso desde la Plaza de San Bartolomé, ahora podría acoger a 30 clientes, pero la disposición de las mesas y la distancia entre ellas hace que esa cifra sea una quimera.
«Las cosas han cambiado», señala, desinfectante en mano, Carlos Valle (Bar Samper, Somosierra, 28) y señala al suelo. «Ves, no hay ni una servilleta... y yo les pongo una a todos los clientes. No todo va a ser negativo. Creo que ahora se puede atender mejor a los clientes y ellos están más cómodos». Pero eso no redunda en la caja. «Está mejor que podamos tener más aforo, aunque no se va a notar mucho. Tras estas semanas de reapertura, apenas llegamos a cubrir gastos, pero se está mejor trabajando y con la cabeza ocupada», reflexiona tras una barra en la que grandes equis de celofán recuerdan lo que alguno quiere olvidar.
La proscripción que pesa sobre la barra puede ser anecdótica en los establecimientos más grandes y con más mesas, pero es una losa prácticamente inasumible en el cogollo del casco antiguo de Logroño. Lo saben en el Jubera (Laurel, 18) y en el Café Bar García (San Juan, 28). En el primero pueden entrar ahora unas 35 personas. «Sigue siendo insuficiente», dice Toñi Sáenz de Jubera que, como el resto de sus compañeros de la zona, solo vio alegría en la caja «el primer fin de semana», cuando la gente lo cogió con ganas. Sobre todo en las dos últimas horas, de 20 a 22 horas. «Pero desde las 22 horas no puedes servir ni recibir nuevos clientes», critica.
«Y sin barra», apostilla Daniel Grandes, mientras las mascarillas de dos clientes juegan al gato y al ratón con un par de crianzas. «Pueden entrar hasta 12 personas pero con la distancia entre mesas es imposible», lamenta ante el pasillo libre para la clientela.
La buena noticia, coinciden todos, es que el coronavirus también ha acabado con aquello de la mesa ocupada durante horas con un café con leche. «Sí, la gente consume menos, pero también está menos tiempo y les escuchas que se van para dejar sitio al siguiente». Esa rotación alivia algo la caja, algo que no evitará la Semana Santa. «Eso sí que va a ser duro», augura Cristóbal Roldán.
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