Elecciones en clave autonómica
FINANZAS... DE ANDAR POR CASA ·
MARTÍN TORRES GAVIRIA
Lunes, 6 de mayo 2019, 19:33
Tras la última cita electoral, es necesario hacer el análisis desde el punto de vista económico que no político o social. Porque si se va o no a sacar a Franco de su tumba, de por qué no ha habido manifestaciones en contra del resultado como hubo en Andalucía, de si es ético que un plagiador de tesis gobierne España o de si es lícito que alguien que exhibe a sabiendas un documento falso para denunciar algo inexistente, debe o no ser presidente de Gobierno, ya se ocuparán los innumerables tertulianos de este país. Lo cierto es que 26,3 millones de españoles han ejercido su derecho al voto y tenemos lo que tenemos por la soberanía de los ciudadanos. Bien es cierto que, aunque parezca mentira a estas alturas del siglo XXI, no todos los votos de los españoles valen lo mismo. Hay partidos (PACMA) que con 326.000 votos no tienen ningún representante y otros (Bildu) con 258.000 obtienen cuatro diputados. Todo se debe a la Ley D´Hondt y el reparto por 52 circunscripciones en el que el voto de las personas no vale lo mismo en cada circunscripción, favoreciendo descaradamente a partidos regionalistas, nacionalistas o separatistas. Pero no nos rasguemos ahora las vestiduras, este sistema lo tenemos instaurado desde 1985 que se aprobó la Ley LOREG y si no se ha cambiado es porque ni al PP ni al PSOE les ha convenido ya que tenían que pactar con PNV o Convergencia para poder gobernar. Así que ahora no lloremos.
La pregunta es, ¿con este resultado, qué puede pasar en clave económica? Analicemos las posibles alternativas que tiene el ganador de las elecciones, el señor Sánchez. Eliminamos la más obvia: un acuerdo PSOE/PP. Daría mayoría absoluta, estabilidad en los mercados y con aportaciones de ambos lados este país iría como un tiro. Pero bajémonos del guindo porque no tenemos la suficiente madurez política y no deja de ser una utopía. En otras sociedades ¡sí se puede!.
Una segunda opción es un acuerdo o pacto PSOE/Cs. También daría mayoría absoluta que generaría estabilidad económica, confianza en los mercados y progreso y bienestar a los españoles. Pero el ego político y las ganas de poder posiblemente frustren este posible pacto. Con esta unión Sánchez moderaría sus planteamientos económicos y Rivera, que quedaría como gran estadista, se podría justificar diciendo que lo hace por el bien de España y los españoles. Seguramente sus electores lo entenderían. Es más, lo preferirían a que el PSOE vaya de la mano de Podemos. La tercera y cuarta opciones son que el PSOE vaya solo y dependa de ayudas puntuales de independentistas, bilduetarras, podemitas, etc. o que pacte con Podemos y se abstengan algunos amigos (ERC, PNV). En ambos casos, según sus programas electorales, preparémonos: Incremento de apoyo a las energías renovables, lo que hará más caro todavía el recibo de la luz. Intervención del mercado de alquiler de viviendas y obligación de los propietarios de pisos vacíos a que los alquilen; ningún respeto a la libertad de mercado y a la propiedad privada. Nacionalización de la red eléctrica. Intervención de Bankia para crear una banca pública. Incremento del impuesto de sociedades; menos inversión, más paro. Creación del impuesto de transacciones financieras; al final lo pagará el cliente. Impuesto directo a los bancos; el último pagador será, como siempre, el cliente. Instauración de una tasa a empresas digitales. Incrementar el Impuesto de Sucesiones y Donaciones. Incrementar el Impuesto de Patrimonio. Subidas fiscales del 80% a los autónomos. Subida del IRPF con tipos marginales del 55%. Incremento de tributación de las rentas del capital. Eliminación de los beneficios fiscales de los Planes de Pensiones. Derogación de la Reforma de las Pensiones del 2013 eliminando el Índice de Revalorización y el Factor de Sostenibilidad. Derogación de la Reforma Laboral. Subida del salario mínimo a 1.200 euros. Renta básica entre 600 y 1.200 euros para diez millones de personas; ¿va a trabajar alguien en este país?
En resumen: más deuda, más impuestos y más paro. Está bien que votemos con el corazón, pero estaría mejor votar con la razón.