La variante Ómicron hace saltar por los aires los termómetros de la situación epidemiológica real

En vísperas de Nochebuena, las autoridades sanitarias españolas, desbordadas por un estallido en la transmisión desconocido durante toda la pandemia, acordaron, en el seno de la Comisión de Salud Pública, admitir la incorporación a todos los efectos de los casos positivos obtenidos también a través de la realización de los test de autodiagnóstico. Un nuevo modelo que cumple con su objetivo prioritario, detectar a los contagiados y cortar las cadenas de transmisión, pero que distorsiona los radares vigentes hasta hace unas semanas.

«La capacidad del sistema es limitada», aseguraban el lunes por la noche fuentes de la Consejería de Salud sobre el nuevo escenario. Ese día La Rioja había notificado al departamento que dirige Carolina Darias 5.305 nuevos casos, cifra que el Ministerio incorporó como nuevos datos, pero que realmente eran el resultado de las pruebas de autodiagnóstico positivas correspondientes al periodo comprendido entre el 30 de diciembre y el 11 de enero pasados; es decir, muchos de ellos anteriores a los 7 y 14 que sirven para fijar las tasas de incidencia y que en esa jornada ascendieron a 1.546,61 y 3.825,88, respectivamente.

No es el único impacto que la potencia de Ómicron ha provocado en la estrategia tradicional. El sistema no ha podido afrontar la explosión de casos y la implantación de los test de autodiagnóstico ha reducido el ritmo de pruebas que mantenía a la comunidad a la cabeza de las regiones con mayor intensidad diagnóstica. La semana pasada, Salud realizó 8.912 (1.694 PCR), frente a las 10.405 (1.715) del 3 al 9 de enero y las 15.341 (2.308) del 27 de diciembre al 2 de enero.

A la espera de correcciones y futuras actualizaciones, La Rioja notificó ayer 1.061 nuevos contagios, 75.623 totales.