La vacuna reduce el 55% las muertes por coronavirus el segundo año de pandemia
En diciembre de 2020, con una incidencia de 230 casos, el número de fallecidos duplicó al del último mes de 2021, cuando la tasa rondaba los 3.000
El segundo año de crisis sanitaria acaba de dar carpetazo y el mapa de la pandemia que empezó a dibujarse en marzo de 2020 ... poco tiene que ver con el actual. Aunque la vacunación no ha sido la panacea frente al COVID-19, sí ha cambiado las reglas del juego. De hecho, ha reducido notablemente la letalidad provocada por el SARS-CoV-2, pese a que los contagios, especialmente en el tramo final del año, emprendieron una vertiginosa escalada de la mano de la temida variante Ómicron.
La explosión de infecciones tuvo su efecto dominó en la incidencia –uno de los indicadores sobre el que los virólogos ponen el foco– que se disparó rozando los 3.000 casos por cada 100.000 habitantes. Unas cifras nunca vistas hasta ahora en los casi dos años de pandemia. Pero también tuvo su consecuencia en el número de fallecidos y hospitalizados. Solo en diciembre del año pasado 19 personas perdieron la vida como consecuencia del COVID. Un dato alarmante pero que prácticamente supone la mitad del número oficial de fallecidos notificado el mismo mes de 2020 (37). Y eso que entonces los casos activos nunca llegaron a pasar del millar –oscilaron entre los 500 de primeros de mes y los 800 al final de año– y la incidencia rondaba los 230 casos, y ahora se han alcanzado picos de hasta 6.510.
La vacuna ha favorecido la caída de la letalidad, como ya no se notó durante la tercera ola, la que alcanzó máximos en enero de 2021 y que apenas se cobró víctimas entre las residencias de personas mayores donde ya se había iniciado el proceso de inmunización. El virus no se ensañó con estos centros aunque sí dejó una amplia nómina de muertos por COVID fuera de ellos. Enero cerró con 65 fallecidos y febrero, con 73. La curva de la tercera ola, que escaló como un muro vertical, fue efecto de los encuentros familiares durante la primera Navidad que vivimos en pandemia.
La extensión de la vacunación a los sucesivos grupos etarios hasta alcanzar en la actualidad al de los menores de 5 a 11 años, que en diciembre empezaron a recibir las primeras dosis en los centros educativos, ha minimizado el impacto de las sucesivas variantes del virus, que no han sido pocas.
En definitiva, a medida que la tasa de inmunizados ha crecido, el número de muertes ha caído con total evidencia y esto es algo que se está comprobando aún con más claridad en esta última acometida vírica. A pesar de que las unidades de cuidados intensivos no están sufriendo la congestión de olas anteriores, precisamente por el escudo que ha supuesto la vacuna contra la enfermedad grave, el ingente volumen de contagios, que previsiblemente no ha tocado techo, va a provocar que aumenten las defunciones. Pero además, aunque el riesgo de hospitalización sea más bajo, por lógica, con los contagios desbordados también habrá más riojanos que necesiten cuidados médicos.
De cepa en cepa
Enero de 2021 lo arrancamos con la cepa Alfa, por entonces conocida como británica, y llegó haciendo tanto ruido como hoy la Ómicron, aunque puesta la vista atrás su poder de transmisión no fue tan alarmante como el de la variante detectada por primera vez en Sudáfrica, que en poco días se ha convertido en la mayoritaria en casi todo el planeta.
Desde entonces hemos recorrido gran parte del alfabeto griego, aunque con cepas que han pasado de puntillas, como la Mu hallada en Colombia o la Lambda que se descubrió en Perú, y las olas se han sucedido hasta la actual, la sexta, la que está batiendo récord de contagios. El pico de este último embate se registró el pasado 30 de diciembre, cuando se notificaron 6.510 casos activos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión