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Una mujer centenaria de sonrisa inconfundible

Una mujer centenaria de sonrisa inconfundible

Manola Falcón

DAVID F. LUCAS

LOGROÑO.

Martes, 14 de abril 2020, 07:57

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Manola sopló el pasado 1 de enero cien velas de una tarta enorme junto a su familia. Hecha con todo lujo de detalles. No era para menos. Con una fuerza de voluntad envidiable esta riojana de Aldeanueva de Ebro formaba parte del grupo selecto de mujeres que llegan a tener tres números en su tarta. Manola era pura sonrisa. Recibía a todos con los ojos bien abiertos y una paz que hipnotizaba. «Cuanto más mayor se hizo, más sonreía y mostraba su bondad, su forma de ser tan agradecida, su mirada de paz, dulce y serena. Cuando le preguntabas por algo siempre te decía, 'como tu quieras' o 'lo que a ti te parezca'» explica Emi, una de sus hijas.

Manuela Falcón, Manola para la familia, era de esas personas a las que el paso del tiempo les dio sabiduría. Y no lo tuvo fácil. Nació en Aldeanueva de Ebro. Cuando tenía 5 años, su madre falleció. Y ella y su hermana de 3 tuvieron que hacer frente a la vida junto a su padre y una tía que cuidó de ellas sin saber que la guerra no les pondría las cosas fáciles.

Pero no se rindió. Le gustaba coser. Lo hacía bien. Y con ese don se ganó la vida. A los 20 años se casó con Germán Fernández, corerano y carpintero de profesión. Y se vinieron a vivir a Logroño. A su casa en la capital donde construyeron un hogar en el que criar a sus 4 hijos, Pili, Chelo, Juan Manuel y Emi. «Mi madre siempre nos decía que la vida no era fácil. Pero había que vivirla», dicen.

Y ella la disfrutó. No paró de coser. Su último traje lo hizo con 92 años, unos vestidos para sus biznietas que se lo habían pedido. Además estaba muy comprometida con el sufrimiento de los demás: «Era muy generosa. Si había un terremoto en el mundo, una hambruna... ella bajaba al banco y mandaba parte de su dinero. Estaba muy comprometida por lo que había vivido ella».

Manola siempre fue independiente. Hasta los noventa años vivió sola. Recibía la visita de sus hijos, sus cinco nietos y 3 biznietos. En el día a día le acompañaban dos cuidadoras, Mariana y Vasi, que la querían como una madre. Y se cuidaba mucho. Caminaba por su casa estos días cumpliendo las normas de confinamiento como la que más. Junto a sus cuidadoras y los familiares que podían acudir a verla con su eterna sonrisa agradecida por los 100 años que cumplió.

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