Uno de cada cuatro mayores riojanos afronta el confinamiento en soledad

El de la soledad forzada entre el colectivo de la tercera edad es un problema que no ha dejado de intensificarse en los últimos años tal como acredita esta estadística iniciada en el 2013. En concreto, casi 4 puntos en solo seis años, del 21,44%, 12.500 de los 58.300 mayores de 65 años censados en aquella primera entrega hasta el 25,19%, 16.000 de los 63.500 riojanos de este último capítulo correspondiente al 2019.

Como entonces, la mayor esperanza de vida de las mujeres feminiza el problema de la soledad, ya que casi ocho de cada 10 hogares unipersonales con mayores están ocupados por ellas, 11.100 frente a los 4.900 de ellos.

Elecciones personales al margen, además de la inexistencia o desinterés de los descendientes o la imposibilidad de acceder a una plaza de residencia, el fallecimiento de uno de los cónyuges se afianza como la causa principal de la situación. De hecho, el 66,25% de los mayores que viven en soledad son viudos, 10.600, mayoritariamente mujeres, 8.700. Muy por encima de los solteros, 2.600 (1.200 hombres y 1.400 mujeres), de los 1.100 separados (600 riojanos y 500 riojanas) o 700 divorciados (300 ellos y 400 ellas)...

Si la soledad, de por sí, puede ser un cruel enemigo, en la situación actual de confinamiento existe el riesgo de que se transforme en un mazazo psicológico demoledor, un peligro en el que tal vez las personas mayores no sean las más vulnerables precisamente. «En nuestro afán por cuidarlos les hacemos muchas veces más débiles de lo que son», advierte Pilar San Vicente García-Olalla, psicóloga y experta en envejecimiento, quien aclara que «existe algo en lo que los muy mayores nos llevan una gran ventaja, la resiliencia, la capacidad humana para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado».

«Imagina qué tipo de situaciones tanto a nivel individual, desde una enfermedad grave a situaciones familiares de pérdida; como de colectivo (guerras y posguerras, otras epidemias, crisis socioeconómicas...) han vivido nuestros mayores, como para no poder con esto», defiende, para advertir, además, de que el impacto emocional tiene más que ver con actitudes ante la vida que con la edad. «A cada persona, independientemente de su edad, esta crisis le afectará en el plano emocional de forma diferente», aclara para recordar también el abanico tan heterogéneo de este colectivo, desde personas que mantienen todas sus competencias físicas, mentales y emocionales a otras con distintos grados de demencia...

Tras recordar que «la disminución significativa de las actividades y rutinas cotidianas, una baja estimulación sensorial y una disminución del contacto social pueden alterar el estado anímico», la experta señala la posibilidad de un incremento de los sentimientos de soledad y tristeza y la aparición de ansiedad, incertidumbre, miedo u otros estados depresivos, un riesgo al que suma el bombardeo mediático sobre la vulnerabilidad de este colectivo frente al COVID-19: «El considerarse una población de riesgo ante este virus puede afectar a su estado anímico, percibiéndose más vulnerables y adquiriendo una visión más negativa de la situación en la que nos encontramos».

Frente a ello, además de una serie de estrategias &ndashmantener rutinas diarias, comunicarse con los seres queridos, amigos y vecinos, dosificar la información... recuerda que el Colegio de Psicólogos de La Rioja ofrece en la actualidad un servicio telefónico de atención gratuito, todos los días de 9 a 21 horas, en el número 689 989 966.