Apuntes filosóficos sobre esta crisis

Según Uruñuela, esta crisis está contribuyendo, más que cualquier movimiento revolucionario, a cuestionar el sistema. «Es un sistema irracional basado en el liberalismo puro y duro del mercado y, en este momento, eso se corta de raíz y lo único que sirve es la solidaridad, el preocuparte y ocuparte de los otros, de tu familia, los vecinos...». Por eso –dice– «de esta crisis tiene que salir un refuerzo de lo público, de la sanidad, la educación, la asistencia a la dependencia... esos pilares que han quedado hechos trizas con el neoliberalismo más duro y que habrá que reconstruir entre todos. Y a partir de ahí, situar la economía donde debe estar». Explica que la palabra 'economía' procede de los términos griegos oîkos y nomós, es decir, 'las leyes de la casa', de la convivencia, de lo común... «y eso tenemos que volver a constituirlo en el mismo sentido que lo entendían los griegos».

«Yo soy bastante optimista y confío en que la humanidad sea capaz de reflexionar sobre todo esto y tomemos medidas importantes. Que seamos capaces de empezar a avanzar hacia un mundo más humano».

Aun en su etapa política, Abel Bayo siempre defendió a ultranza la Filosofía. «Cuando esto termine –comenta–, tenemos que cambiar radicalmente. Lo que no puede ser es el individualismo, el 'quiero tener más que tú'... Es decir, lo social tiene que estar por encima del individuo; lo que no significa que la sociedad controle al individuo, sino que el individuo sea capaz de vivir y de pertenecer a un entorno social. No se puede permitir que siga primando lo económico frente a lo sanitario, en este caso».

Reforzar el músculo social es, en su opinión, la salida. «Hoy por hoy lo importante es lo social, ese aplauso de las 8 de la tarde, esas calles vacías, ese compromiso es lo que hay que seguir manteniendo. Y la libertad individual, siempre que la veamos reflejada en lo colectivo, tendrá que salir fortalecida». Confía en que de esta crisis vamos a salir, «aunque lo hagamos dañados o cojos, si bien de aquí a poco tiempo volveremos a hacer exactamente lo mismo porque somos mediterráneos. Lo que no quita para hacer una llamada crítica para decidir a dónde vamos, qué queremos, a dónde queremos llegar...».

Para José María Aguirre, este confinamiento es una ocasión para plantearnos la lógica civilizatoria que estamos llevando. «El problema es que no sé si esto lo vamos a aprender. El deterioro del clima, el productivismo, la extracción abusiva de materias primas... la lógica desenfrenada de este capitalismo se pone en cuestión y creo que nos debería hacer pensar en qué tipo de desarrollo y crecimiento humano queremos. Estamos viendo que la sanidad pública es algo bueno y debería hacernos entrar en otras lógicas de la economía; en una economía cuanto más pública mejor, al servicio de todos (y menciona las cooperativas, los terrenos comunales...)».

Antes de despedirse, Aguirre Oraa menciona una frase que escuchó días atrás atribuida a Aristóteles: 'La esperanza es el despertar del hombre'. «Eso sí me pareció interesante –comenta–. El tener esperanza permite abrir nuevos espacios. Luego la clave es tener esperanza, pero esperanza activa».

Pradier incide también en la esperanza. «A mí no me preocupa tanto haber llegado a esta crisis, más allá del dolor particular que te genera la amenaza y los muertos, como el después. Y, en este sentido, la esperanza es fundamental para lo que nos viene encima», reconoce. «Si renunciamos a la esperanza y, al mismo tiempo, no nos tomamos tiempo para reflexionar y pensar de manera crítica sobre lo que nos pasa, lo que nos espera después va a ser un escenario devastado por el odio, por el rencor, por las mentiras...».

Su preocupación se enfoca sobre el escenario moral que vamos a dejar después de esto y que, en su opinión, ya estamos construyendo. «¿Qué se puede hacer desde el punto de vista filosófico? Como dijo Kant en su momento: estar vigilantes. ¿Quién hace esa vigilancia? Normalmente los filósofos, pero a los filósofos nadie nos hace caso».

Teresa Alejo entiende que esta crisis está poniendo en tela de juicio el sistema, «pero si le damos la vuelta podemos verlo como una oportunidad para replantear el sistema y producir, consumir, hacer política... de otra manera». Su duda es: ¿nos acordaremos de ello cuando esto pase?

De momento, el confinamiento en nuestras casas nos brinda la oportunidad de hacer un ejercicio de introspección, de reflexión, una acción voluntaria que, incluso dentro de nuestros domicilios, rivaliza con la 'infoxicación' que se cuela a través de los medios y la redes sociales, explica.

«Socialmente vamos a salir reforzados, pero siempre y cuando la reflexión que hagamos cuando esto pase sea una crítica constructiva, y ahí los medios de comunicación tienen una responsabilidad grandísima».