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Fatma junto a sus dos amigas en Medrano Justo Rodriguez
Con corazón saharaui y familia riojana

Con corazón saharaui y familia riojana

'Vacaciones en paz' permite a niños del Sáhara pasar un verano diferente, alejados de calores extremos | Tres familias riojanas de acogida, algunas de ellas por primera vez, relatan cómo es la experiencia y cómo la viven los menores

GEMMA BENITO/J.E.

Domingo, 22 de julio 2018, 10:27

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El término 'familia' va mucho más allá de una relación consanguínea. No entiende de fronteras ni de tonos de piel. Un idioma diferente tampoco es impedimento para sentirse parte de ella. El ejemplo: los niños saharauis del programa 'Vacaciones en paz', que se repite desde hace una veintena de años, y las diferentes familias de acogida con las que pasan el verano.

Uno de ellos es Brahim, de diez años. «Es educado, obediente, come y duerme bien», detalla José Antonio Nájera, padre de acogida de este joven saharaui, que comparte casa con Alex, de once años, y Miren, de siete, hijos de José Antonio. La relación entre los tres es «magnífica», asegura este riojano, que subraya que «los niños están muy ilusionados» con su nuevo 'hermano'. La relación entre Brahim y Alex es «más especial, al ser ambos chicos y con edades próximas tienen una mayor complicidad», confiesa entre risas. El niño saharaui ha aportado «tranquilidad», es como un «catalizador y cuando Brahim está, Alex y Miren casi no discuten», asegura José Antonio, que se animó a participar en el programa 'Vacaciones en paz' después de tres años dándole vueltas. Hoy se muestra plenamente seguro y dice que «si Brahim quiere, repetiremos».

Brahim y su familia de acogida, Miren, Álex y José Antonio (de izquierda a derecha)
Brahim y su familia de acogida, Miren, Álex y José Antonio (de izquierda a derecha) Antonio Díaz Uriel

En Medrano veranea Fatma. A pesar de ser su primer año en La Rioja, no es nueva para la familia. Joseph, su hermano, estuvo cuatro años con la familia que hoy acoge a esta niña saharaui. María José, la madre de acogida, conoció a la menor tras una promesa que le hizo a Joseph: «Cuando tú no puedas venir a España, nosotros iremos a conocer a tu familia», le dijo con emoción. Y así fue. Tras un viaje al Sáhara, María José y su familia se enteraron de que Fatma vendría a La Rioja y, a pesar de que no tenían pensado acoger este año a otro niño saharaui, «nos pusimos en contacto con la asociación para que, en la medida de lo posible, Fatma viniera con nosotros», recuerda.

«Estos niños te hacen sentir especial cuando de especial no tienes nada», afirma una de las madres de acogida

Con los niños de Medrano

El idioma es el mayor obstáculo porque «no puedes hacerles entender que la estancia aquí va a ser breve y que van a volver a su casa con su familia y entonces lo pasan mal», explica esta madre de acogida. María José valora la generosidad de su pueblo, Medrano. «Los niños y familias de aquí lo han hecho todo mucho más fácil», cuenta.

Fatma se sorprende con muchas cosas en su hogar veraniego. «Cosas que le enseñas y se queda sorprendida, le estás mostrando un mundo diferente al que tienen. Les estás abriendo los ojos a una forma diferente de vida», señala la mujer. En sentido inverso, Fatma también aporta algo a la familia, algo que María José califica de «gozada». «Te hacen sentir especial cuando de especial no tienes nada», expresa orgullosa la madre de acogida. «Es una experiencia muy bonita, repites», afirma.

Otro de los niños que se beneficia de esta experiencia es Fadel, de doce años. Vive con Paquita y comparte gran parte del tiempo con Silvia, su hija. Paquita siempre había querido acoger a uno de los chicos del programa de 'Vacaciones en paz', pero nunca había dispuesto del tiempo que requiere participar en algo así. Ahora, con la jubilación, ese tiempo libre es una realidad, de modo que, por segundo año, Fadel pasa la época estival con esta logroñesa.

Fadel, en la piscina del edificio en el que reside en Logroño
Fadel, en la piscina del edificio en el que reside en Logroño Antonio Díaz Uriel

«Aporta mucha alegría porque es un niño muy simpático y muy pillo. Pero también nos enseña a tener paciencia», comenta Silvia. Remarca sobre todo el contraste de culturas: «De repente llega a una casa en la que no hay ningún hombre y las reglas las dicta una mujer. Por ejemplo, cuando mi cuñado le manda algo, lo hace a la primera, pero cuando mi madre, mi hermana o yo le decimos algo le tenemos que repetir varias veces las cosas hasta que finalmente nos acaba haciendo caso», apunta.

A Paquita, según Silvia, «Fadel la mantiene activa y cansada», pero están contentos. Lo que más le preocupa a esta madre «es el tema de vacunas y la salud» y las cosas importantes que puedan aportar, «como ropa, productos que allí son difíciles de encontrar», detalla Silvia, que también destaca las condiciones de excesivo calor que soportan en su país, cuenta. Recuerda que, por ejemplo, el año pasado Fadel alucinaba con el cine, pero «él tiene su propio orgullo y lo de su pueblo siempre es más y mejor», dice Silvia entre risas.

Las tres familias hacen una mención especial y de agradecimiento a los oftalmólogos y dentistas que de forma desinteresada ayudan y se involucran en la salud de estos jóvenes. Un caso concreto es el del doctor Sabrás, un dentista logroñés que ha desarrollado acciones solidarias en otros países, y que desde hace tres años ofrece sus servicios, sin obtener compensación o beneficio alguno, a todos los niños saharauis que llegan a La Rioja. «Se nota mucho la diferencia entre los que repiten estancia aquí, que disfrutan de una mejor salud bucal, y los que llegan por primera vez», afirma. El problema más común es el exceso de flúor en los dientes, una afección común en la zona en la que viven, además de las caries.

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