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El crecimiento de la economía riojana durante 2021 fue insuficiente para recuperar los niveles de competitividad de 2019, el último ejercicio de normalidad antes de ... la pandemia del COVID. Así lo advierte el Informe de Competitividad Regional (ICREG) publicado este martes por el Consejo General de Economistas de España que sitúa a la comunidad en el sexto puesto del escalafón autonómico, tras ceder la quinta posición a Aragón.
Según este estudio, La Rioja, «pese a compartir la buena dinámica general, es la región que presenta caídas más intensas en aquellos indicadores que se deterioran y menores aumentos en los que mejoran». De forma que sale del grupo de autonomías encuadradas en un nivel de competitividad medio-alto, en el que está Cataluña, para quedar en el medio bajo, junto a Aragón, Castilla y León, Galicia y Asturias.
En cabeza del ranking, esto es el nivel alto, se mantienen Madrid, Navarra y País Vasco. Mientras que en la ratio baja se encuentran el resto de autonomías: la Comunidad Valenciana, Murcia, Castilla-La Mancha, Islas Baleares, Canarias, Andalucía y Extremadura.
Pero, ¿qué es lo que los economistas observan que ha ocurrido en La Rioja para llegar a estas conclusiones? El Consejo elabora el perfil del ICREG basándose en siete ejes. En detalle, y pese al «intenso crecimiento del eje 3 (capital humano), los descensos en los ejes 1 (entorno económico) y 4 (entorno institucional) absorben este dinamismo». Tres ejes –mercado de trabajo (2), eficiencia empresarial (6) e innovación (7)– «apenas muestran cambios significativos» y, aunque por el eje 6 (infraestructuras básicas) La Rioja sube en el escalafón hasta el noveno puesto, sigue dentro del nivel medio-bajo.
Profundizando en cada uno de estos indicadores, el Consejo constata que las variables «que mejor evolucionan» en La Rioja son «la tasa de actividad, la formación de adultos y el abandono escolar temprano, la deuda per cápita y las empresas con medios sociales». Por contra, empeora el comportamiento de «las tasas de ahorro, de paro de larga duración y de paro juvenil», así como «el déficit», el indicador de «mujeres empleadoras» y «el gasto en I+D empresarial».
En el conjunto del país, «la competitividad estructural aumentó el 4,4%, recuperando los valores previos a la pandemia». No obstante, los economista recuerdan que los datos corresponden a 2021 y aún «no son visibles los efectos de la invasión rusa, ni los impactos sobre la economía española y la regional, algunos de los cuales se perciben claramente en la actualidad».
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