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Mercado de nopales en Ciudad de México. :: efe
Cactus en el menú

Cactus en el menú

La FAO ve en el nopal una alternativa alimentaria en tiempos de sequía

L.R/ A.P. TÉLLEZ

Lunes, 12 de febrero 2018, 23:45

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Relegados las más de las veces a una función decorativa o poco más, desde la organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se defiende el potencial de pitas, chumberas, nopales y otros cactus como cultivo para el futuro capaz de alimentar a parte de la población en el mundo.

La FAO lo tiene tan claro que asegura que es hora incluso de empezar a integrar las pencas, el cactus del nopal (higuera de pala, tuna o chumbera, entre otras denominaciones) en los menús como alimento, además de como pienso para el ganado.

El nopal es la misma especie, Opuntia ficus-indica, de la chumbera que conocemos en España. El uso más común de esta planta a nivel nacional es el consumo de los frutos (los higos chumbos) pero, especialmente en México, también se consumen las paletas jóvenes de la planta como verdura. En México a la planta se le llama nopal, a las paletas nopales y al fruto tuna. En Sudamérica generalmente se le llama tuna a la planta. Por lo general crece en zonas áridas, soportan las sequías y además almacena agua (90%).

La FAO reunió en noviembre pasado a expertos en esta planta, que forma parte de la familia de las cactáceas, para agrupar sus conocimientos en un intento de ayudar a agricultores y políticos a hacer un uso más estratégico y eficiente de este recurso natural infravalorado.

Según la FAO, durante la reciente intensa sequía en el sur de Madagascar, los cactus resultaron un suministro crucial de alimentos, forraje y agua para la población local y su ganado. La misma zona había llegado a sufrir una grave hambruna como resultado del empeño en erradicar la planta, considerada por algunos una especie invasora sin valor. Fue reintroducida rápidamente.

Si bien la mayoría de los cactus no son comestibles, las especies del género Opuntia tienen mucho que aportar, según la FAO, en especial si se gestionan como cultivo en lugar de planta silvestre. Hoy tiene importancia agrícola la subespecie Opuntia ficus, cuyas espinas se han logrado eliminar, pero reaparecen si la planta sufre estrés. Introducida en 26 países más allá de su área de distribución natural. Su gran resistencia la convierte en un alimento útil de último recurso y parte integral de los sistemas agrícolas y ganaderos sostenibles.

Libro especializado

Para difundir los conocimientos sobre el manejo eficaz del nopal, la FAO y el Centro Internacional de Investigación Agrícola en las Zonas Secas (ICARDA) han presentado 'Ecología, cultivo y usos del nopal', (Crop Ecology, Cultivation and Uses of Cactus Pear), un libro con información actualizada sobre los recursos genéticos de la planta, rasgos fisiológicos, preferencias de suelo y su vulnerabilidad a las plagas. «El cambio climático y la creciente amenaza de las sequías son razones importantes para promover el humilde cactus al estatus de cultivo esencial en muchas áreas», asegura Hans Dreyer, director de la División de Producción y Protección Vegetal de la FAO.

El cultivo del nopal se está extendiendo lentamente, impulsado por la creciente necesidad de plantas resilientes frente a la sequía, los suelos degradados y las temperaturas más altas. Tiene una larga tradición en México, donde el consumo per cápita anual de nopalitos, las sabrosoa y tiernas palas (también denominadas pencas, o cladodios), es de 6,4 kilogramos. Hoy en día, Brasil alberga más de 500.000 hectáreas de plantaciones de cactus destinadas al suministro de forraje. La planta también se encuentra habitualmente en granjas en África del Norte, y la región de Tigray en Etiopía cuenta con alrededor de 360.000 hectáreas, de las cuales la mitad son cultivadas.

La capacidad del nopal para sobrevivir en climas áridos y secos lo convierte en un elemento clave en la seguridad alimentaria. Además de proporcionar alimentos, el cactus almacena agua en sus palas, convirtiéndose así en un 'pozo' botánico capaz de suministrar hasta 180 toneladas de agua por hectárea, suficiente para mantener cinco vacas adultas

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