Breve historia de la Glorieta
La Retina de la Memoria ·
La Glorieta logroñesa es un espacio de la ciudad a la que apenas se le conoce por el apellido, Ildefonso Zubía, doctor en Farmacia, licenciado ... en Ciencias Naturales y catedrático de Historia Natural. Fue muchos años profesor en el instituto de Enseñanza Media que el renombrado científico enriqueció, con su ciencia y con sus aportaciones materiales, que venían estando presentes en vitrinas en los pasillos del mencionado Instituto. El recordado profesor, quien murió en Logroño el 3 de junio de 1891, se valía de los jardines que rodeaban el instituto para recoger y estudiar sobre plantas y flores. A su fallecimiento se suscitó en el Ayuntamiento local la necesidad de perpetuar su personalidad dándole su nombre a alguna calle de la ciudad, decidiendo los ediles después de distintas propuestas bautizar con el nombre del insigne científico a los jardines que rodeaban el instituto recién construido y que utilizaba nuestro docto personaje para sus enseñanzas. La decisión se tomó en 1899 y el 2 de junio de 1974, de la mano del Colegio e Farmacéuticos, se le tributaba un homenaje colocando su efigie en bronce, obra de los escultores Dalmau y Narvaiza, que podemos contemplar en los jardines actuales.
El céntrico espacio ha sido merecedor a lo largo de sus años de proyectos más ambiciosos que los que se han venido desarrollando bajo sus castaños que han propiciado más de un castañazo en días de viento a sus confiados transeúntes.
Allí se ha organizado y se sigue organizando de todo, desde concentraciones políticas hasta combates de boxeo. Se hizo popular la churrería de Samaniego, que manejaba diestramente Pascuala ante la sartenes; así como el bar veraniego de Barajas, frente al Círculo Logroñés, que montaba una amplia terraza en su entorno. Sus vivencias más notables fueron las de acoger durante las fiestas de San Bernabé y San Mateo las atracciones de tiros con carabinas de dudosa precisión, venta de cocos y chucherías, las llamadas tiendas del serrín, porque las sortijas se mantenían entre él, etc. Entre ellas se situaban en sendos carromatos expositores los logroñeses El Acuario y El Gordito. También era notable la gran actividad que en esas fechas festivas tenía la cercana fábrica de gaseosas que se llamaba El Parque, en Duquesa de la Victoria, donde se formaban colas para comprar una gaseosa.
El espacio debe su nombre a Ildefonso Zubía, doctor en Farmacia, catedrático de Historia Natural y licenciado en Naturales
El apretado espacio festivo se extendía al colindante Solar de Covarrubias, donde se situaba el circo y en el que fue refugio antiaéreo, donde se ubicaban tíovivos, caballitos, sillas voladoras, carruseles y el recodado Teatro Argentino, donde daban sus primeros pasos artistas que aspiraban a escenarios más lucidos.
Es evidente el cambio experimentado en la Glorieta, frecuentado antaño por mamás con sus niños buscando la sombra de los castaños y ahora...
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