Andrés Mourenza | Periodista riojano en Oriente Medio
«Las diferencias entre pueblos no son tan grandes como los mapas quieren mostrar»El corresponsal logroñés, residente en Estambul desde hace casi veinte años, defiende un periodismo con contexto, empatía y mirada humana
Juan Marín del Río
Logroño
Miércoles, 22 de octubre 2025, 07:30
Andrés Mourenza (Logroño, 1984) es un periodista riojano, residente en Estambul desde hace dos décadas, desde donde cubre Oriente Medio y el Cáucaso combinando análisis ... histórico, periodismo de datos y testimonio humano. Mourenza participó ayer en remoto en el encuentro 'Testigos del conflicto' con Antonio Pampliega.
– ¿Qué le ha enseñado Turquía sobre cómo entender Oriente y Occidente?
– Me enseñó que no somos tan diferentes como creemos. La dicotomía entre Oriente y Occidente es más bien falsa. He trabajado en países que se presentan como bisagra entre ambos mundos, como Grecia, Turquía, Armenia o Georgia. Compartimos más cosas con pueblos mediterráneos como los turcos que con los suecos, por ejemplo. Vivir aquí me ha enseñado que las diferencias no son tan grandes como los mapas quieren mostrar.
– Muchos de sus trabajos combinan análisis y testimonios. ¿Es la mejor forma de contar la realidad en un país tan complejo?
– Por supuesto. Incluso cuando hacemos periodismo de datos o histórico, los números por sí solos no transmiten emoción. Lo que conecta con el lector son las historias personales, la intrahistoria de los pueblos. Contar la historia a través de la experiencia de la gente permite empatizar y entender mejor la complejidad de la región.
– Ha cubierto las grandes rutas migratorias. ¿Qué historia le cambió la forma de mirar a Europa?
– Recuerdo a un afgano que huía con su nieto tras perder a toda su familia por negarse a colaborar con los talibanes. Había pagado un precio terrible por su integridad. Ver cómo asumía el rol de padre y madre para proteger a su nieto me afectó mucho, sobre todo porque acababa de ser padre.
– ¿Qué le preocupa más hoy: la guerra o la indiferencia con la que la algunos la observan?
– La indiferencia. Las redes sociales han facilitado una visión de la guerra como un tablero de ajedrez o un videojuego, deshumanizando a las víctimas. La prensa sobre el terreno sigue siendo esencial, como en Gaza, donde murieron más de 200 periodistas y los extranjeros no pudieron entrar.
– ¿Cómo se gana la confianza de la gente cuando llega como periodista a su frontera o aldea?
– Con respeto y educación. Ser un periodista extranjero no garantiza confianza. Hay que escuchar, conversar y tratar a las personas como personas. La paciencia y la humildad son fundamentales.
– ¿Qué papel juegan el lenguaje y la cultura de cada lugar en contar bien un conflicto?
– Es imprescindible especializarse en la zona. Llevo 20 años en Estambul, Grecia y Oriente Medio; cuanto más conoces la cultura y los matices, mejor puedes explicar los conflictos sin simplificaciones. Si no, corres el riesgo de pintar la situación en blanco y negro y cometer errores que afecten la comprensión del lector.
– ¿Cree que los medios europeos simplifican demasiado lo que pasa en Oriente Próximo?
– Sí, aunque depende del medio y del periodista. La prensa escrita tiene la responsabilidad de dejar testimonio para el futuro, con contexto y matices, para que la información no se reduzca a titulares.
– ¿Qué tema o región cree que hoy está siendo injustamente ignorado por la prensa internacional?
– África. Más allá del Magreb sigue siendo un agujero negro informativo. En Oriente Medio, muchos conflictos desaparecen de la prensa cuando se silencian las armas, y es importante volver para documentar la reconstrucción y la vida de la gente.
– ¿Qué le gustaría que el público asistente al encuentro haya aprendido sobre su trabajo?
– Que hay que leer. Comprender una región tan compleja requiere conocer divisiones, intereses locales y globales, y la historia de sus pueblos. Las charlas plantan semillas de entendimiento.
– Después de tantos años, ¿qué le sigue sorprendiendo del ser humano en el conflicto?
– La capacidad de resistencia y de reconstruir la vida cuando todo está destruido. Miles de refugiados regresan a Siria después de más de diez años para volver a levantar sus ciudades devastadas. Esa voluntad de seguir adelante.
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