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'El apuñalador' llena la Audiencia

Hierático durante cuatro horas, Ruiz Vidal no se quitó ni el abrigo durante una vista 'con tirón'

L.J.R.

Martes, 28 de febrero 2017, 11:42

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Pantalón vaquero oscuro; cazadora azul marino; gafas para corregir la miopía y mirada al suelo. Las manos, libres. Custodiado, a escasos centímetros, por dos mossos d'esquadra y con las manos libres. Los grilletes, sólo para los recesos en los que era conducido a un apartado de la sala de vistas de la Audiencia Provincial. Una única frase pronunció durante las más de cuatro horas que duró la vista. Ni un gesto de asentimiento ni de negación, pero sin rehusar miradas al lateral de la sala, por donde entraban los peritos y en donde se situaban las cámaras de televisión.

Así pasó la mañana Ruiz Vidal, que llegó de la cárcel de Ponent de Lérida en un furgón de los Mossos d'Esquadra y entre, quizá, desproporcionadas medidas de seguridad. Tanto que obligaron a una mujer que por allí pasaba a un sprint matutino para desalojar la vía y que acabaron con la discusión con un conductor que tuvo a bien hacer una doble fila (mal extendido también fuera de Logroño) en el mismo acceso a los calabozos del Palacio de Justicia.

En Lérida Ruiz Vidal es famoso. Tiene tirón. Una decena de medios esperaba el momento de entrar en la sala poco después de interrogar a los abogados (por partida doble por aquello de la inmersión lingüística) sobre expectativas y estrategias.

Pero los que llenaron la sala de vistas, además de algún curioso, -«¿Es aquí lo del apuñalador?», preguntaba uno- fueron sus antiguos compañeros de la Universidad de Lérida. No los de Medicina (quizá alguno hubo), sino los de la Facultad de Derecho. Una treintena de estudiantes cambiaron las aulas por la Audiencia. hasta que la monotonía de los interrogatorios a los mossos les aburrió. Poco a poco y discretamente regresaron a su rutina universitaria.

Pasadas las 13.30 horas y con la declaración del último de los bomberos completada, la magistrada que presidía el tribunal dio por concluida la jornada. Ruiz Vidal, engrilletado de nuevo, compartió unos instantes con su abogado alejando de las cámaras y vigilado por dos mossos. Con menos alharacas policiales, el furgón que devolvía a Ruiz Vidal a la cárcel de Ponent (cerca de la que fue su universidad y a un paseo del que fue su piso) sirvió de decorado para las entradillas que grababan las cadenas de televisión.

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