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Vista aérea del parque Gallarza en 1969 y, en detalle, la facha del edificio derruido esta semana.
La infancia en el parque Gallarza

La infancia en el parque Gallarza

DIEGO MARÍN A.

Sábado, 11 de febrero 2017, 23:38

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Otro pequeño trozo de la historia de Logroño se ha ido al garete. Era un edificio sin valor arquitectónico, no estaba protegido a pesar de ser centenario, pero tenía valor sentimental, que a menudo es más fuerte que lo racional. La construcción que en 1914 diseñó el arquitecto Quintín Bello como casa de campo para la familia Herreros de Tejada albergó en su última época, de 1974 al 2012, las líneas de Educación Infantil del colegio Vuelo Madrid-Manila, con hasta 225 alumnos de 3 a 5 años. Empezó a funcionar como tal, acogiendo también una biblioteca, con San Baldomero como alcalde.

La Caja de Ahorros de Aragón y Rioja adquirió el edificio en 1956 y el Ayuntamiento de Logroño dirigido por Víctor de Lerma lo compró en 1969 por 3.250.000 pesetas, recordó en su día Eduardo Gómez. Con la última transacción también varió el nombre de la finca, que según recuerda Taquio Uzqueda pasó de llamarse Capitán Mayoral Masoot, por un 'nacional' riojano muerto en la Guardia Civil, a parque Eduardo González-Gallarza, plantando allí un busto de Lucarini que representa al pionero en la aviación y ministro riojano de Franco. Después, por la Ley de Memoria Histórica, la denominación se redujo a sólo «parque Gallarza».

Desde hacía cuatro años el edificio permanecía sin uso, esperando una nueva función, un proyecto como el de la Casa del Cuento que tardó en llegar y, cuando lo ha hecho, iniciándose las obras el pasado mes de octubre de 2016, finalmente ha provocado que las últimas señas de identidad que iban a quedar de él, sus muros, se vengan abajo. El Consistorio ha anunciado que el nuevo edificio imitará al original, pero ya no será lo mismo.

El parque Gallarza es uno de esos espacios logroñeses que, como la plaza 1º de mayo, han sufrido numerosas reformas. La presencia de un estanque con aves y esculturas de Balanza y del Equipo Hacha, desde luego, lo embellecen. Además, el Ayuntamiento reserva la obra de Teo Sabando 'Jardín de la Vía Láctea', que tendrá que esperar aún más para ver la luz. Sin embargo, en la memoria de los vecinos quedará impresa a fuego en la memoria aquel parque en el que imperaba el hormigón y pelaba las rodillas a los niños, aquel espacio con circuito de tráfico en el que aprendimos a pedalear, aquellos jardines minúsculos donde nos fotografiamos junto a la familia tras la Primera Comunión y aquellas sesiones de cine de verano que usaban la fantasmagórica pero inofensiva, entrañable al fin y al cabo, casa central del parque Gallarza como pantalla.

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