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Reconstrucción del barranco del Rollo después de las inundaciones de 1956 de Cervera. :: r.e.
Farmacéutico  y fotógrafo

Farmacéutico y fotógrafo

SANDA SAINZ

Domingo, 6 de noviembre 2016, 01:00

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Rufino Escribano Pérez era natural de Barcelona, donde estudió la carrera de Farmacia. Desarrolló su labor profesional principalmente en Cervera del Río Alhama. Aquí también dejó su legado como fotógrafo aficionado en una época en la que nadie tenía cámara en el municipio. Incluso fue alcalde de la localidad en los años 60.

Su madre era aragonesa y por eso trabajó primero en Bolea (Huesca). Allí conoció a su mujer, María Paz Castro, y tuvo a sus dos primeros hijos, Juan Manuel y Mari Paz. Su siguiente destino fue Logroño, donde ejerció como farmacéutico en la calle Muro del Carmen, 8. En la capital riojana nació Rosa. Rufino había aprobado las oposiciones de titular y pidió Cervera, ya que había quedado vacante la plaza. En esta localidad se asentó y tuvo otros tres hijos, Pili, Rufino y Potoño. Su farmacia estaba en la calle Mayor de Santa Ana (ahora Doctor Zapatero).

Murió a los sesenta y nueve años, en 1980. Por entonces ya había celebrado las bodas de oro de la profesión porque terminó la carrera siendo el más joven, con tan sólo 19 años.

La tradición laboral continuó con sus hijos Mari Paz (ya fallecida) y Rufino (farmacéutico de Cervera y ahora de Aguilar del Río Alhama) y el hijo de este último, Luis, que lleva el establecimiento de Cervera. Rosa también trabajó en la rama sanitaria pero como enfermera en el centro de salud.

«De Barcelona trajo la afición a la fotografía», relata Rosa, «debió hacer algún cursillo. Le gustaba y él revelaba las fotos y hacía los líquidos».

En Cervera, cuando no había fotógrafos, Rufino hacía a todo el que le pedía. Incluso para los carnets. No se dedicaba a ello pero era su pasión. Cuando cerraba la farmacia, por la noche, se ocupaba de revelar las fotos en un cuarto oscuro que tenía en casa.

Uno de los sucesos más trágicos ocurridos en Cervera del Río Alhama fueron las inundaciones de septiembre de 1956. No dejaron víctimas pero sí importantes daños en las infraestructuras.

«Cuando paró de llover mi padre salió a la calle e hizo fotos de todo. Las mandó a la agencia Efe y le nombraron corresponsal», explica Rosa y añade: «Mi hermana Mari Paz había ido al cine y como no regresó a casa mi padre fue a buscarla. Mientras recorría el pueblo tomaba las imágenes. Al final apareció en casa de una amiga, al otro lado de la riada».

Esos documentos gráficos, convertidos en historia visual del pueblo, fueron publicados en Nueva Rioja durante los días posteriores.

Rufino realizó fotografías de acontecimientos, pero sobre todo imágenes familiares a la gente del pueblo, hasta que se instaló un fotógrafo y Rufino dejó esta afición.

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