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Jesús Vicente Aguirre, con las cenizas de Carmen, y Marina Medrano, hermana de la cantante, junto a familia y amigos ayer en La Barranca.
En un campo sembrado de vida

En un campo sembrado de vida

Familia y amigos recuerdan a Carmen Medrano en el traslado de sus cenizas a La Barranca

Diego Marín A.

Domingo, 29 de marzo 2015, 10:33

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«Ayer se fue mi amiga, fue a buscar nuevas mañanas», cantó Paco Marín emocionado y acompañado a la armónica de Jesús Vicente Aguirre. Carmen Medrano (Logroño, 1950-1979) murió a los 28 años a causa de una úlcera estomacal agravada con una peritonitis aguda. Entonces fue enterrada en el cementerio municipal de Logroño y La Manzanera se llenó para rendirle un homenaje en el que participaron Labordeta, Imanol, Sabina, La Bullonera y Chema Purón, entre otros, además de sus compañeros en el grupo de canción social y de protesta Carmen, Jesús e Iñaki.

«Sabemos dónde estamos y a qué hemos venido», explicó José Manuel Calzada, que ayer actuó de maestro de ceremonias en el evento que organizó la familia para trasladar hasta allí parte de las cenizas de Carmen, 36 años después de su fallecimiento. Los otros restos, tras la reciente incineración realizada, permanecen en el panteón familiar. En La Barranca, donde están enterrados 407 republicanos, asesinados durante la Guerra Civil y por quienes cantaban Carmen, Jesús e Iñaki, es donde ella expresó que deseaba ser enterrada cuando muriese.

Jesús Vicente Aguirre, su viudo, antes de depositar junto a la hermana de Carmen (Marina Medrano) sus cenizas cerca de un hermoso ciruelo y al lado de los restos de Jesús García Moreno (Pati), afirmó que lo hacían «dejando espacio para nosotros porque yo también quiero ser enterrado aquí, reservando algunas cenizas para el Ebro, para que así lleguen hasta el Mediterráneo».

«Esto es un campo de labranza sembrado de vida, por eso no hemos venido a enterrar sino a sembrar las cenizas de una vida», añadió Calzada, que fue dando paso sucesivamente a Pablo Aguirre, Paco Marín, Ricardo Romanos, Esther Novalgos, María Orive, Koldo Pla y la propia Marina Medrano, que públicamente confesó: «Creo que nunca te lo he dicho, pero muchas gracias, Jesús, por mantener todos estos años el recuerdo de mi hermana». Hubo poemas, canciones y palabras sinceras de recuerdo y homenaje, además de algunas anécdotas compartidas por un par de espontáneos.

«¡Hola, Carmen! ¿Qué tal estás?», saludó naturalmente Romanos. Y Novalgos, con voz rota por la afonía, advirtió antes de leer su poema: «Lo escribí ayer por la tarde y, aunque sea afónica, de cualquier manera, ¡yo leo esto!». Y eso fueron versos como «La vida, fría y dura, se ensañó con tus sueños». También se escucharon las canciones La batalla del verso, No te canses, compañero, Masa y, por supuesto, La Rioja existe para disfrutar de nuevo de la voz de Carmen Medrano y tenerla, si cabe, más presente todavía.

Entre los más de cien asistentes se vieron caras de emoción y algunos llantos contenidos. «Su música es mucho más. Sigo recibiendo todas las semanas mensajes que hablan de sus canciones, es increíble que siga habiendo ese recuerdo», valoró Aguirre. Marina, que tenía 17 años cuando murió su hermana, declaró que «lo bonito es que se siga manteniendo el recuerdo de Carmen».

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