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ATLAS ESPAÑA
Miércoles, 13 de febrero 2019, 21:45
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Varios turistas preparan sus teléfonos móviles para inmortalizar esta curiosa secuencia. Vladimir Putin y el presidente de Bielorrusia subidos a un telesilla. Y después, lanzándose sin miedo por las enormes pistas de Sochi. Aunque, eso sí, al presidente ruso no se le ve del todo suelto. Estábamos acostumbrados a su afición por la caza o también a sus tradicionales baños helados. Pero no tanto a verle sobre los esquís. Y qué mejor forma que esquiando -han debido de pensar- para cerrar un capítulo de fisuras entre los dos países. Tensiones por la disparidad de opiniones sobre la política arancelaria. Quienes visitan el balneario en el que están alojados ambos mandatarios, no quieren marcharse sin una foto con Putin en estas circunstancias. Ni siquiera los más pequeños, con los que ha conversado durante minutos. Así ponían el broche los dos líderes a sus relaciones bilaterales. Y así demostraba Putin que no hay faceta que se le resista.
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