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Karen Bradley y Theresa May se saludan ayer en Stormont House, en Belfast. :: P. M. / EFE
May y Varadkar empujan a Irlanda  del Norte hacia el acuerdo de gobierno

May y Varadkar empujan a Irlanda del Norte hacia el acuerdo de gobierno

La 'premier' británica y su homólogo irlandés viajan a Belfast en plenas conversaciones de unionistas y republicanos

ÍÑIGO GURRUCHAGA

LONDRES.

Martes, 13 de febrero 2018, 00:51

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Los primeros ministros de Reino Unido, Theresa May, y de Irlanda, Leo Varadkar, volaron ayer a Belfast, donde mantuvieron conversaciones -«plenas y francas», según May- encaminadas a restaurar la autonomía norirlandesa, suspendida desde hace un año. Las líderes de los principales partidos, la unionista Arlene Foster, y la republicana Mary Lou McDonald, señalaron que el acuerdo es posible en los próximos días.

Para May, la visita a Belfast sirvió también para señalar, con un paseo por las instalaciones de la aeronáutica canadiense Bombardier, el fin del temor a que fuesen desmanteladas tras el anuncio, el año pasado, de un extraordinario arancel contra sus aviones de la serie C por un organismo del Departamento de Comercio de Estados Unidos.

La decisión final de las autoridades americanas ha rechazado el caso presentado por Boeing sobre subvenciones recibidas por Bombardier y ha despejado el futuro de la factoría de Belfast, donde se fabrican las alas. Para Theresa May era una amenaza grave contra el ideal de expansión comercial más allá de la Unión Europea tras el 'Brexit' y su visita ha querido subrayar la resolución favorable del caso. De los entresijos de la diplomacia comercial al endiablado rompecabezas norirlandés, donde en los meses anteriores a la disolución de la autonomía -en enero de 2017, por la dimisión como viceministro principal del fallecido dirigente del Sinn Féin (SF), Martin McGuinness-, la relación entre los dos grandes partidos se había crispado tras una década de relativa estabilidad de los ejecutivos compartidos por el Partido Unionista Democrático (DUP) y el SF.

El Sinn Féin exigía igualdad de trato, que se traduce en que avance su agenda. Sus reivindicaciones más concretas son que se cree una prometida ley de protección del gaélico irlandés; otra de igualdad de derechos a homosexuales y transexuales; que el DUP no utilice para bloquear proyectos legislativos un mecanismo de expresión de alarma disponible para evitar leyes percibidas como sectarias, y la puesta en marcha de los mecanismos para tratar el 'legado del conflicto'.

McDonald, confirmada como nueva presidenta del Sinn Féin el sábado pasado, introduce una variante en la historia de las instituciones nacidas en el Acuerdo de Viernes Santo. Los unionistas probritánicos se sientan ahora a negociar con una ciudadana de la república irlandesa la gobernación de la provincia, en cuyo gobierno, salvo en los años de guerra terroristas, han participado desde su creación.

McDonald señaló que un asunto aún no resuelto es la financiación del entramado de entes que tratarán de investigar crímenes no resueltos, de facilitar la comunicación entre víctimas y perpetradores, de recolectar memorias personales del conflicto... en el programa para favorecer la reconciliación. En su discurso del sábado dijo que su aspiración es que «acordemos que estamos en desacuerdo» sobre la historia de lo ocurrido en la región desde la reanudación de la violencia en 1968.

Proteger la estabilidad

Medios británicos afirman que la ley de protección del gaélico, que tiene mucho rechazo entre los unionistas, estará acompañada con otra sobre el Ulster Scots, una lengua con poco uso pero que está extendida entre los norirandeses descendientes de inmigrantes de las tierras bajas escocesas en la plantación protestante del principio del siglo XVII. Las dos se incluirían en una ley de promoción general de la cultura.

Se afirma también que el acuerdo matizará el uso de las cláusulas de preocupación sobre leyes que se perciben como sectarias, pero que también se ha llegado a un entendimiento para cambiar las normas de Gobierno de tal modo que una dimisión como la de McGuinness hace algo más de un año no pueda provocar la inmediata caída del Ejecutivo autonómico, sino que lleve a un tiempo de negociación.

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