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Trump, con Sylvester Stallone, durante el acto en el que anunció el perdón al excampeón Jack Johnson. :: jim lo scalzo / efe
Trump juega con la cumbre con Kim

Trump juega con la cumbre con Kim

Justifica la cancelación del encuentro acordado en Singapur por «las declaraciones hostiles» del líder de Corea del Norte

MERCEDES GALLEGO

NUEVA YORK.

Viernes, 25 de mayo 2018, 00:39

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Un día la Casa Blanca presenta una moneda conmemorativa de la histórica cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-un y al otro la cancela. Así es la política exterior en los tiempos de Trump, que al anochecer dijo a la cadena Fox que se sentía tan entusiasmado con la cumbre que estaba dispuesto a aceptar una desnuclearización progresiva por fases, pero al amanecer escribió a Kim para decirle que «tristemente, la cumbre de Singapur no ocurrirá, para bien de las partes pero en detrimento del mundo».

La moneda conmemorativa estaba ayer rebajada en la tienda de souvenirs de la Casa Blanca. De todas maneras a Trump no le había gustado cómo se acuñó su perfil, que a su juicio le añade papada. Eso no significa que la cumbre del 12 de junio esté muerta y enterrada. «Todo puede suceder, tenemos por delante una gran oportunidad», dijo a los periodistas poco después, «incluyendo el que la cumbre se celebre como está prevista o en una fecha posterior».

Hablaba de paz y amenazaba con la guerra, «nuestro ejército es con mucho el más poderoso del mundo y está listo si es necesario», advirtió. El presidente surcoreano Moon Jae-in, que le había visitado apenas dos días antes, dijo estar «confundido y decepcionado». La misma sensación le comunicó también el primer ministro japonés Shinzo Abo, que según dijo Trump a los periodistas le ofreció encargarse de «buena parte» de los gastos militares que pudiera tener la cumbre. «Con suerte ocurrirá algo positivo pero si no, estamos más listos que nunca», añadió.

Detrás de ese comportamiento errático había mucho más que el detonante aducido. Trump culpaba a «la tremenda ira y abierta hostilidad» de las declaraciones de Corea del Norte. En el último episodio, la viceministra de Exteriores, Choe Son-hui, había calificado al vicepresidente Mike Pence de «imbécil político» por haber dicho en una entrevista con Fox que si Corea del Norte no llega a un acuerdo de desnuclearización con EE UU acabará como Libia, donde el exdictador Muamar Gadafi fue linchado por su propio pueblo.

Las comparaciones con Libia sacan de quicio al líder norcoreano, que sin embargo continúa haciendo gestos unilaterales de buena voluntad. Ayer invitó a la prensa internacional a presenciar la destrucción de las únicas instalaciones para pruebas nucleares que hay en el país. Los periodistas todavía seguían en Corea del Norte cuando la Casa Blanca envió la carta de ruptura a Kim, lo que podía haber sido aprovechado por éste para abastecerse de rehenes.

Detrás está China

A Trump su instinto y sus asesores le dicen que detrás de lo que considera un cambio de actitud por parte de Pyongyang está China. La víspera culpó a ese país y a su líder, Xi Jinping, al que calificó de «jugador de póker de clase mundial». Según esta teoría el gigante amarillo se siente desplazado de las conversaciones y quiere aprovechar su influencia para obtener condiciones más ventajosas en los acuerdos comerciales que negocia con EE UU. Tras la segunda visita de Kim a Pekín, «la actitud de China cambió, y eso no me gusta», acusó Trump el martes. Una visita «de la que nadie sabía nada, ¿vale?», aclaró. «La primera todo el mundo la conocía y de pronto se sabe que está en China por segunda vez. Eso fue una sorpresa».

En la partida de póker y faroles que se juega a ambos lados del Pacífico, el próximo movimiento le toca a Pyongyang. El resto del mundo contiene el aliento.

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