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Miércoles, 17 de enero 2018, 00:32
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Jorge Mario Bergoglio se encerró ayer durante una hora con alrededor de 600 reclusas del centro penitenciario San Joaquín de Santiago de Chile. Era una visita que tenía mucho interés en realizar por su larga preocupación por la población carcelaria, a la que siempre se ha sentido muy cercano. Ante un auditorio entregado, dijo que «está mal» que en ocasiones la cárcel no sea más que «un castigo sin ofrecer los medios adecuados para generar procesos». Consideró que «una condena humana sin futuro es una tortura» e invitó a las presas a tener «un horizonte» para cuando recuperen la libertad. «Exigírselo a ustedes mismas y también a la sociedad», dijo, insistiendo en que «la sociedad tiene la obligación de reinsertar a cada una de vosotras».
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