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Xi Jinping. :: wang zhao / afp
Xi Jinping consolida su poder absoluto en China

Xi Jinping consolida su poder absoluto en China

El Partido Comunista propone eliminar de la Constitución el límite de dos mandatos para presidentes y vicepresidentes

ZIGOR ALDAMA

Lunes, 26 de febrero 2018, 00:28

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Shanghái. Dentro de poco ya no habrá nada que impida al presidente Xi Jinping ponerse a la altura de los grandes líderes que han dado forma a la República Popular China: su fundador, Mao Zedong, y el hombre que sentó las bases para convertirla en la potencia que es actualmente, Deng Xiaoping. Porque ayer el Partido Comunista anunció la propuesta que hizo su Comité Central el pasado 26 de enero para eliminar de la Constitución del país la frase que limita a dos mandatos de cinco años el tiempo máximo que el presidente y el vicepresidente pueden permanecer en el poder. De esta forma, Xi podrá gobernar más allá de 2023, fecha en la que, con la normativa actual, tendría que soltar el timón de China.

Además, entre otras enmiendas menores, este selecto grupo de 205 miembros propone añadir a la Carta Magna «el pensamiento de Xi sobre el socialismo con características chinas para una nueva era» -algo reservado hasta ahora exclusivamente para Mao- y una frase que deja todavía más claro quién tiene las riendas del país más poblado del mundo: «El liderazgo del Partido Comunista de China es la característica definitoria del socialismo con características chinas».

Aunque lo que hace el Comité Central es técnicamente una proposición, nadie duda ni un momento que los cambios serán aprobados el mes que viene por la Asamblea Nacional Popular. De esta forma, Xi, que también es secretario general del Partido y jefe de la Comisión Militar Central, podrá continuar sin trabas con sus planes para lograr el «rejuvenecimiento de la nación china» y la consecución de «una sociedad armoniosa».

Porque el segundo escollo que habría impedido su continuación al frente del país es la regla que fuerza a la jubilación de los miembros de la cúpula del poder cuando cumplen los 68 años. Xi está a cuatro de alcanzar esa edad, pero se trata de una norma no escrita que no tendrá ningún problema en abandonar.

Sin sucesor

El anuncio de ayer es de gran importancia para la segunda potencia mundial, pero no ha sido una sorpresa. Las especulaciones al respecto comenzaron antes del congreso quinquenal del partido que se celebró el pasado octubre, y se dispararon a su conclusión porque, saltándose la convención una vez más, Xi no nombró a su sucesor. Ahora, diferentes analistas apuntan a que el presidente podría deshacerse del actual primer ministro, Li Keqiang, y nombrar a uno de sus hombres de más confianza, Wang Qishan. Si lo hace, Xi lograría un poder casi absoluto sobre China.

Para el diario oficialista 'Global Times', «la reforma constitucional mejorará el liderazgo del Partido Comunista». En un editorial, el rotativo reconoció ayer que el límite de dos mandatos se aprobó tras la muerte de Mao para evitar una excesiva concentración de poder en una sola persona capaz de llevar al país a los desastres del Gran Salto Adelante y de la Revolución Cultural, aunque lo hizo disfrazando ese hecho con palabras vagas, pero afirmó que su eliminación «permitirá al presidente mantener el sistema de la trinidad -suma de secretario general del Partido, jefe de Estado y presidente de la Comisión Militar Central- que se ha mostrado efectivo».

Sin duda, bajo el mandato de Xi China ha esquivado la crisis global con loable soltura, ha asestado grandes mazazos a la corrupción y ha logrado incrementar de forma notable su influencia en el mundo. Xi es el artífice de la Nueva Ruta de la Seda, un gigantesco proyecto que pretende vertebrar el mundo con China como centro y que parece certificar el fin de la hegemonía de Estados Unidos. Curiosamente, el presidente que da sus discursos más importantes bajo la hoz y el martillo también se ha erigido en abanderado de la globalización y del libre comercio.

No obstante, los avances que China ha protagonizado fuera de sus fronteras han sido pasos atrás dentro de su territorio. Con Xi al mando, el aparato represor del Gobierno se ha visto reforzado: desde las draconianas medidas antiterroristas que se imponen a los ciudadanos de la remota región de Xinjiang, hasta la censura en internet o las condenas contra todo tipo de activistas, el régimen ha impuesto la estabilidad con puño de hierro. Y todo apunta a que seguirá haciéndolo todavía más.

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