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Carlo Cottarelli sale, ayer, de la reunión que mantuvo con el presidente de la República, Sergio Mattarella. :: Alessandro Di Meo / EFE
Italia, abocada a nuevas elecciones

Italia, abocada a nuevas elecciones

Mattarella busca una solución de emergencia con el tecnócrata Cottarelli como líder de un Gobierno sin futuro

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ROMA.

Martes, 29 de mayo 2018, 00:21

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Italia vuelve a encomendarse a un tecnócrata para que trate de sacar al país de un embrollo político. El elegido es Carlo Cottarelli, exdirigente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y excomisario para la reducción del gasto público, al que el presidente de la República, Sergio Mattarella, le encargó ayer la formación de un Gobierno técnico. Este prestigioso economista lo va tener muy difícil para no ser más que una solución de emergencia en una situación desesperada. Salvo sorpresa mayúscula, su Ejecutivo será rechazado por el Parlamento, donde tienen mayoría el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga, los dos partidos que intentaron sin éxito hasta el domingo poner en marcha un Gabinete euroescéptico, pero se toparon con las trabas planteados por Mattarella, que quiso garantizar la pertenencia de Italia en la zona euro.

Cottarelli es consciente de que Mattarella le hizo un regalo envenenado al pensar en él para llevar las riendas del país en este delicado momento. Su permanencia en el poder va a ser breve. Tras aceptar «con reservas», como manda la praxis, el encargo del presidente de la República, el economista explicó que si consigue superar una moción de investidura en el Parlamento, su Gobierno aguantará hasta finales de año para aprobar los Presupuestos de 2019 y convocar elecciones legislativas en enero. En caso de que, como se espera, las cámaras le den la espalda, los tiempos se acelerarán y los comicios tendrían lugar «después de agosto». La cita con las urnas podría ser el 9 de septiembre, el segundo domingo de ese mes.

Pese a sus negras perspectivas de futuro, el exdirigente del FMI intentó vender un mensaje de tranquilidad: dijo que realizará una «gestión prudente» de las cuentas públicas y garantizó la «participación» de su país en la moneda única, que consideró «esencial». También se mostró a favor de defender «mejor» los intereses italianos en Europa, algo que prometió hacer de modo «constructivo». Sus buenas palabras no impidieron que Italia viviera una nueva jornada de pasión en los mercados. El índice selectivo de la Bolsa de Milán perdió ayer un 2,08%, volviendo así a los niveles de principios de año. La prima de riesgo, por su parte, continuó con su escalada y alcanzó los 235 puntos, la cifra más alta desde finales de 2013.

Presión

La presión de los inversores internacionales es en parte responsable de la decisión de Mattarella de dificultar el nacimiento del Gobierno euroescéptico que pretendían poner en marchar el M5E y la Liga. El veto del presidente de la República a que un 'antieuro' se hiciera con el Ministerio de Economía acabó provocando que saltara por los aires todo el proyecto del Ejecutivo.

Estas dos fuerzas políticas no se la perdonan al jefe del Estado y plantean un enfrentamiento institucional desconocido durante décadas en Italia y mucho más preocupante que sus habituales crisis políticas. Aunque no van a tener recorrido las amenazas de Luigi di Maio, líder del M5E, de abrir un proceso parlamentario para cesar al presidente de la República, el daño ya está hecho. Al menos hasta que se celebren elecciones van a estar en tela de juicio elementos sobre los que antes no se discutía, como la figura del jefe del Estado, las supuestas injerencias de los socios europeos y los mercados internacionales o la propia permanencia de Italia en la moneda común y en la UE. El M5E y la Liga tienen ahora mucho más material para alimentar su discurso populista y victimista y tratar así de ampliar consensos.

En los comicios del 4 de marzo obtuvieron entre ambas formaciones el 50% de los votos, un porcentaje destinado a crecer en la próxima cita con las urnas si consiguen vender el relato de que no pudieron formar un Gobierno por la reacción del 'establishment'. Di Maio se ha apresurado a hacer un llamamiento a las masas para que se movilicen: les ha pedido que participen en una gran manifestación el sábado en Roma y a que cuelguen la bandera italiana de los balcones de sus casas como respaldo a la soberanía nacional que, a su juicio, estaría amenazada por las agencias de calificación de riesgo y otros 'poderes fuertes'.

Aunque a diferencia de España, Italia es un país que tiende más a la comedia que a la tragedia, puede estar entrando en un complejo período de tensión social y choque entre las instituciones. Las nuevas elecciones que ya se vislumbran en el horizonte más que una normal votación pueden convertirse en una «ordalía», como escribía ayer Francesco Verderami en el 'Corriere della Sera' evocando los llamados 'juicios de Dios' que se llevaban a cabo en la Edad Media para saber si un acusado era culpable o inocente. El imputado aquí no es solo Mattarella, sino la propia concepción de Italia.

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