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El fútbol enfrenta a Argentina e Israel

La negativa de la selección albiceleste de jugar en Jerusalén tras las protestas palestinas provoca un conato de conflicto diplomático

MARCELA VALENTE

BUENOS AIRES.

Jueves, 7 de junio 2018, 00:30

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El creciente malestar de Israel con Argentina a raíz de la suspensión de un partido de fútbol amistoso de la selección albiceleste en Jerusalén amenaza con derivar en un conflicto diplomático. Sobre todo después de que la Asociación Argentina de Fútbol (AFA) confirmara ayer que el combinado que encabeza Lionel Messi no se presentará el sábado para disputar el encuentro previsto contra los anfitriones hebreos.

La llamada urgente del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al presidente argentino, Mauricio Macri, puso de relieve la trascendencia que se le había dado al encuentro en la ciudad santa. Macri mantuvo un perfil bajo, según las fuentes, aunque hizo gestiones (fallidas) ante la AFA antes de desligarse del conflicto al aclarar que en ningún momento el Gobierno participó de la organización del partido.

Versiones divulgadas por la prensa argentina informaron ayer de que Israel quiere demandar por 1.000 millones de dólares (850 millones de euros) al Estado argentino, a la AFA, a la firma organizadora y a la Autoridad Palestina por considerar que la suspensión del encuentro amistoso afecta a la reputación de su país. Si se confirma, la demanda supera con creces el adelanto de dos millones de dólares (1,6 millones de euros) que cobró la AFA antes del encuentro.

«Espero que entiendan esta decisión que tomé como un aporte a la paz mundial» dijo ayer Claudio Tapia, presidente de la AFA, desde Barcelona. Añadió que su responsabilidad era «la seguridad» de su selección y pidió disculpas a los israelíes, que habían agotado las entradas. «No es contra ellos», aclaró.

La idea de jugar el partido en Jerusalén siempre fue arriesgada. Siete días antes de su debut en la Copa del Mundo, Argentina acudiría a la ciudad disputada por palestinos e israelíes, de nuevo en el ojo del conflicto desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió trasladar allí la Embajada desde Tel Aviv.

El encuentro se debía celebrar en el estadio Teddy Kollek, en el barrio Malha, de donde miles de palestinos fueron expulsados por los israelíes tras la ocupación de Jerusalén. Esta semana un grupo de setenta niños palestinos escribió a Messi una carta para pedirle que no jugara en ese escenario. En la misiva le expresaron al número diez albiceleste -embajador de Unicef- que la felicidad de verle sobre el césped se transformaría en lágrimas al saber que lo haría también «sobre las tumbas de nuestros ancestros».

Camiseta ensangrentada

Poco antes, una treintena de personas se había acercado hasta el campo de Barcelona en el que entrenaba la selección argentina para gritar a los jugadores «que no vayan a Israel». Con una camiseta de Messi pintada de rojo simulando sangre pidieron al capitán que «no lave la imagen de Israel» con su juego. Ello hizo que los seleccionados se reunieran con el presidente de la AFA y anunciaran su decisión de no viajar.

De inmediato, el embajador israelí en Buenos Aires acusó a los futbolistas de cobardes por «tener miedo», mientras que el presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas calificó la negativa como «una capitulación». De la mismo opinión fue el ministro de Defensa de Tel Aviv, Avigdor Lieberman, para Argentina «cedió a la presión de los enemigos de Israel». Más tajante aún fue el presidente hebreo, Rauvén Rivlin, quien dijo estar «muy preocupado» por la «politización» del país austral.

En el bando palestino, un comunicado de Hamás celebró la decisión del elenco albiceleste como «muy encomiable y apreciada». Por su parte, el presidente de la Federación Palestina de Fútbol, Jibril Rayoub, había advertido del riesgo de que se quemaran camisetas argentinas en Jerusalén y acusó a Israel de «intentar utilizar a Messi como herramienta política».

EN SU CONTEXTO

1.000 millones de euros reclama Israel por la cancelación del partido, por el que pagó un anticipo de dos.

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