Sarkozy relata su experiencia entre rejas: «En la cárcel todo es gris»
Los primeros fragmentos del libro que el expresidente francés escribió durante su encarcelamiento suscitan controversia al pedir una alianza entre la derecha republicana y la extrema derecha
A pesar de haber pasado menos de tres semanas en prisión, el expresidente francés Nicolas Sarkozy publicará esta semana un libro sobre su encarcelamiento por el caso de la financiación libia de la campaña presidencial de 2007 ... . Titulada 'Le journal d'un prisonnier' (El diario de un prisionero), esta obra llegará a las librerías el miércoles en Francia. Pero varios medios galos ya han publicado fragmentos de estos escritos desde la cárcel. Abarcan desde su condena el 25 de septiembre por un delito de asociación de malhechores con la dictadura de Muamar el Gadafi hasta su excarcelación el 10 de noviembre.
Curiosamente, el pasaje que ha dado más que hablar no trata sobre la prisión, sino sobre una llamada telefónica entre Sarkozy y la ultraderechista Marine Le Pen, inhabilitada hasta 2030 por haber malversado más de tres millones de euros del Parlamento Europeo. El que fuera presidente de Francia entre 2007 y 2012 llamó a la líder de Agrupación Nacional para agradecerle sus declaraciones de apoyo. «Era nuestro primer contacto desde hacía mucho tiempo», explica el mandatario conservador sobre una Le Pen a la que describe como «una de las mejores sorpresas» durante esos días difíciles tras el veredicto.
Durante esa conversación, la dirigente ultra le preguntó cuál sería su posición en caso de que en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2027 se enfrenten un candidato de la extrema derecha contra otro de la izquierda o el centro. En concreto, le pidió si «se asociaría a un frente republicano», término utilizado en Francia para referirse a los cordones sanitarios a la extrema derecha. «Le respondí sin ninguna ambigüedad: No. Además de eso, voy a asumir esta posición pronunciándome sobre ello en el momento oportuno», escribe Sarkozy. También abre la puerta a una alianza entre Agrupación Nacional y la derecha tradicional de Los Republicanos: «Hace falta un espíritu unitario el más amplio posible, sin ningún anatema ni exclusividad».
Teniendo en cuenta que el expresidente ya se había reunido en julio con el eurodiputado Jordan Bardella, número dos de los lepenistas, y se había posicionado en contra de la demonización de la extrema derecha, estas afirmaciones no resultan del todo sorprendentes. Pero nunca antes se había pronunciado con tanta claridad en contra del «frente republicano», una lógica electoral y política que fue clave durante la última década para evitar que el lepenismo lleve las riendas del país vecino. Por ese motivo, el ex primer ministro conservador Dominique de Villepin -muy cercano al fallecido expresidente Jacques Chirac- ha denunciado que «estamos ante el riesgo de una banalización de Agrupación Nacional y Sarkozy contribuye a ello. Creo que es un error».
Aparte de sus reflexiones políticas y pullas contra el presidente, Emmanuel Macron, con el que se enemistó en junio («no tengo nada que decirle»), Sarkozy también habla de su experiencia entre rejas. La mayor parte de la obra fue escrita durante su encarcelamiento y, según cuenta, la redactó en hojas en blanco con un bolígrafo que daba a su abogado y su secretaria las reproducía en el ordenador. «Pasamos un número incalculable de barreras, de puertas y pasillos que daban a celdas. Subimos hasta 85 escaleras. Las conté una a una», escribe sobre el 21 de octubre cuando ingresó en la prisión de la Santé, en el sur de París.
«Me sorprendió la ausencia de cualquier color. El gris lo dominaba todo, lo devoraba todo. Cubría todas las superficies», asegura sobre esa cárcel el exmandatario, condenado de manera definitiva a penas de prisión por otros dos casos de corrupción: el de las escuchas judiciales y el de la financiación ilegal de su campaña de 2012. También cuenta que se alimentó básicamente «con productos lácteos, barritas de cereales, agua, zumos de manzana y algunos dulces».
«Pasamos un número incalculable de barreras, de puertas y pasillos que daban a celdas. Subimos hasta 85 escaleras. Las conté una a una»
«Mi celda era como la de los otros detenidos. No construyeron ninguna para mí», afirma Sarkozy para responder a las críticas por el trato «privilegiado» que recibió en prisión, donde contó con dos policías que lo protegían y vigilaban constantemente. De hecho, se queja del régimen de aislamiento que le aplicaron para evitar cualquier problema con los otros detenidos, pero que le obligó a pasar la mayor parte del tiempo encerrado en su celda.
A pesar de ello, tiene algún desliz en el libro, puesto que reconoce que lo encerraron en una celda para personas con movilidad reducida. Y eso le permitió disponer del doble de espacio que un presidiario normal a pesar de que no sufre ninguna discapacidad.
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