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Carmen, la joven parricida

Condenada a ocho años de cárcel en Nimes por matar a su padre, un gitano de origen español que tiranizaba a su familia

Jueves, 11 de octubre 2018, 00:20

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Carmen Bois, una joven francesa, ha sido condenada en Nimes a ocho años de prisión por haber matado a su padre, gitano de origen español, de un disparo en la nuca en un contexto de violencia machista. El tribunal con jurado popular se mostró clemente con la joven parricida y recalificó los hechos de asesinato, penado con hasta cadena perpetua, en homicidio voluntario, cargo castigado con un máximo de quince años. «Nunca quise matar a mi padre y estoy orgullosa de ser su hija», clamó la muchacha, que tenía 20 años cuando ocurrió el crimen.

Tirano doméstico, alcohólico violento y amenazador o trabajador irreprochable dispuesto a dar la vida por los suyos. Estas dos visiones sobre la personalidad de Basile Miguel Gabarri, de 41 años, fueron las que centraron los debates del juicio celebrado esta semana en la Corte de lo Criminal de Nimes (sur de Francia). Las sustentaron las dos partes enfrentadas de una familia mixta de gitanos y payos incapaces de aceptarse e irreconciliables.

Carmen Bois, que lleva el apellido de su madre porque el padre sólo reconoció a dos varones de sus seis hijos, explicó al tribunal que «desde pequeña siempre supe que pertenecía a dos mundos diferentes que no se querían». «Sabía que hacía diferencias entre las chicas y los chicos, pero era lo que había. En la escuela no tenía derecho a ir a la piscina a causa del traje de baño. A los 14 años tuve que dejar los estudios para ocuparme de mi madre enferma y mis hermanos», relató la primogénita de la fratría.

El 1 de abril de 2016, día de autos, Carmen había olvidado la bronca monumental que le había echado su padre la víspera por hablar en francés a un hermanito mientras lo bañaba, cuando sólo permitía emplear el español en su casa de Beaucaire. El capataz en una obra regresó muy enfadado porque no pudo trabajar ya que llovía y propinó una bofetada a su esposa, en silla de ruedas por una miopatía.

«Me interpuse con un hermano al que persiguió con una escoba. Mi madre la cogió y pegó a mi padre con ella. Él le echó una mirada que nunca había visto», recordó. «Le dijo que le iba pegar un tiro en la cabeza y que nos abandonaría en el bosque atados a un árbol para que nos comieran los cuervos», añadió.

Carmen fue a buscar la pistola que su padre escondía bajo la almohada y le disparó una bala por detrás cuando estaba sentado en el sofá. «Fue para asustarle con el ruido. Cuando vi la sangre me dije que le había hecho daño. Seguía sin comprender lo que había pasado», alegó la chiquilla, que «era tratada como un animal», según sus hermanos.

Un «crimen emocional»

El abogado del clan Gabarri sostuvo que «entre los gitanos los niños están en el centro y Basile amaba a sus hijos». El fiscal no negó el contexto violento, pero puntualizó que el padre debió ser juzgado por esos hechos y no «ejecutado». «Para salvar a Carmen no se puede ensuciar a la víctima con tópicos nauseabundos sobre los gitanos», agregó antes de pedir diez años para la acusada que «cometió un crimen emocional para liberar a su familia». Carmen rompió a llorar al conocer el veredicto, que su familia paterna aplaudió. Desde la cárcel ha enviado una carta a su madre. En ella escribe: «En casa era peor».

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