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El avión de Moscú tenía los sensores de velocidad congelados

El Antónov empezó a caer nada más accionarse el piloto automático, sin que el comandante pudiera recuperar el control

RAFAEL M. MAÑUECO CORRESPONSAL

MOSCÚ.

Miércoles, 14 de febrero 2018, 00:47

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Un fallo en el mecanismo que debía haber derretido el hielo presente en los sensores medidores de velocidad pudo ser la causa que provocó el accidente del Antónov-148 de Saratov Airlines, que se estrelló el domingo en las afueras de Moscú con 71 personas a bordo. Así lo estiman los especialistas rusos que desde el lunes examinan el contenido de las cajas negras.

El hielo impidió que los sensores transmitieran al panel de control de cabina los datos reales de velocidad del aparato y ese elemento, crucial para la navegación en general y el despegue en particular, desencadenó aparentemente el accidente.

«El análisis preliminar de la información registrada y el estudio de casos similares acaecidos en el pasado permiten suponer que el factor que provocó la emergencia durante el vuelo fueron los datos erróneos sobre la velocidad que aparecieron en las pantallas de los pilotos, lo que a su vez parece estar vinculado al hielo que se formó en los sensores y cuyo sistema de calentamiento no funcionó por estar apagado», señalaban ayer los investigadores en un comunicado facilitado por el Comité Intergubernamental de Aviación ruso (MAK).

Estos sensores o sondas llevan el nombre de 'tubos de Pitot' y van situados en la parte delantera del fuselaje. La formación de hielo suele tergiversar la medición de velocidad, por lo que van provistos de un sistema de calentamiento. En el informe preliminar presentado ayer por el MAK se señala que el An-148 comenzó a elevarse de la pista del aeropuerto moscovita de Domodiédovo a las 14.21 horas (12.21 en España) y «los calentadores de los tres sensores estaban apagados cuando en los quince vuelos precedentes habían sido conectados ya antes del despegue».

800 kilómetros por hora

El piloto automático fue puesto en funcionamiento a la altura de 130-150 metros, pero, según el documento del MAK, a los dos minutos y medio de vuelo, cuando la altitud era de 1.300 metros, saltó una alarma advirtiendo que una sonda indicaba que la velocidad era de 0 kilómetros por hora mientras otra marcaba más de 500 kilómetros por hora. El capitán de la nave retomó el control manual, pero, según el informe, «la aeronave estaba ya en caída intensiva con un ángulo de 30-35 grados». El impacto con el suelo se produjo seis minutos después del despegue, a una velocidad de 800 kilómetros por hora, y causó un profundo socavón.

El avión cubría la ruta entre Moscú y Orsk, ciudad en la región de Oremburgo (Urales) junto a la frontera con Kazajstán. Perecieron todos sus ocupantes, 65 pasajeros, entre ellos tres niños, y 6 tripulantes. La mayoría del pasaje era de Oremburgo, salvo tres extranjeros: un suizo, un azerbaiyano y un kazajo.

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