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Meryl Streep, en el papel de la peor cantante del mundo. :: ap
Prohibido  dar el cante

Prohibido dar el cante

Denuncian a una inglesa por cantar ópera en voz alta en su casa. «Sonaba como un gato ahogándose», declaró un vecino

INÉS GALLASTEGUI

Jueves, 17 de mayo 2018, 20:13

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Dicen que el público de ópera inglés es uno de los más propensos a abuchear a los artistas cuando no está satisfecho con lo que sucede en el escenario. De hecho, el año pasado el nuevo director musical de la Royal Opera House, Antonio Pappano, pidió formalmente a la audiencia del Covent Garden que reprimiera sus ganas de bronca. Sin embargo, hay modos mucho más humillantes de expresar disgusto hacia la actuación de los ejecutantes: llamar a la Policía. Eso es lo que le ha ocurrido a Heather Webbs, una cantante aficionada a la que, a petición de todos sus vecinos de bloque, un juez de Norwich (este de Inglaterra) le prohibió el pasado diciembre cantar a un volumen audible para el resto de los habitantes del inmueble, al considerar su conducta molesta y antisocial. «La verdad, sonaba como un gato ahogándose», dijo uno de los testigos. La semana pasada, un tribunal analizó nuevas denuncias que aseguran que la mujer, de 48 años, ha violado la orden al menos tres veces este año. Ella hizo mutis por el foro.

Los residentes del edificio en Stuart Gardens, una tranquila urbanización cerca de una iglesia del Ejército de Salvación y de un 'takeaway' de pollo frito, comenzaron en 2014 a quejarse de la inquilina del bajo. Ya entonces el Ayuntamiento advirtió formalmente a Webbs de que debía olvidar sus devaneos líricos si no quería ser sancionada. Ni caso. Muy metida en su papel de 'prima donna', la mujer continuó destrozando las más hermosas arias del 'bel canto' hasta que, a finales de 2017, la prohibición la dictó un juzgado, bajo amenaza de cárcel y por un periodo de 24 meses.

Pero ni siquiera una crítica tan directa y sincera hacia sus dotes vocales fue suficiente. Tal combinación de determinación y desafino no se había dado desde Florence Foster Jenkins, más conocida como «la peor soprano del mundo». El viernes, un tribunal concluyó que Heather Webbs había vuelto a desgañitarse con más oreja que oído. Una de sus vecinas la escuchó por la mañana mientras veía la televisión con los auriculares puestos (y aquí un abogado del diablo se preguntaría en qué clase de comunidad los programas matinales se ven de esa guisa). «Fui hacia la ventana para asegurarme de que el ruido venía de su piso. Lo hace constantemente», declaró la señora del segundo, que describió la 'performance' como una sucesión de «chillidos y gritos» de 35 minutos. Más generoso, Paul Burford, que vive a 40 metros, admitió que la voz de esta émula frustrada de Maria Callas sonaba, a las 8.30 de la mañana, como un «canto errático».

El año pasado le advirtieron de que no podía hacer ruido, pero ha violado la orden

No se presentó

Burford descargó en su móvil una aplicación para tramitar quejas ciudadanas y grabó varios fragmentos del desaguisado melódico perpetrado por la encausada en enero y febrero. Cuando la Policía la interrogó en su casa, se mostró muy desmemoriada. Finalmente, el viernes el tribunal, tras oír las pruebas, la declaró culpable de infringir la orden que le prohibía poner música, gritar, cantar y -como este último concepto puede ser bastante subjetivo- «crear cualquier ruido a un volumen que pueda ser percibido fuera de su propiedad».

No ha trascendido si Heather vibra más con 'La Traviata', 'Tosca' o 'La flauta mágica', si es más fan de Verdi, Puccini o Mozart. Tampoco si sus «chillidos» se acercan al registro de una soprano o al de una contralto. Citada a declarar en sede judicial, se comportó como una diva: ni compareció ni envió a un abogado. Su arrogancia le puede salir cara, ya que el juzgado ha dictado una orden de arresto. Quizá acabe protagonizando la escena de 'Carmen' en la que la sensual cigarrera es conducida al calabozo. La duda es si será capaz de seducir al Don José de turno para librarse del presidio. Cantando, claro.

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