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Un actor encarna a Ramón y Cajal en una visita teatralizada a la Facultad donde dio clases, que hoy ocupa el Colegio de Médicos de Madrid. :: JOSE LUIS PINDADO/ icomem
Un Nobel  sin museo

Un Nobel sin museo

85 años después de su muerte, España carece de un centro que honre la memoria de Ramón y Cajal, a quien se compara con Einstein y Newton. Cuatro proyectos pugnan por lograrlo. «Hay más interés por su figura en el extranjero que aquí»

ANTONIO PANIAGUA

Domingo, 20 de enero 2019, 00:03

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La figura de Ramón y Cajal (1852-1934) está más vigente que nunca. El organismo que se encarga de mantener viva su memoria, el Instituto Cajal, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), no para de colaborar con museos y universidades para prestar piezas con el fin de montar exposiciones sobre su legado. Cajal fue mucho más que un científico. Dibujante, pionero de la fotografía, profesor, inventor y hasta aficionado al culturismo, sus trabajos y teorías siguen pesando mucho en el mundo de las neurociencias. La herencia de Cajal, al que Severo Ochoa comparaba con hombres de ciencia de la talla de Galileo, Newton, Darwin o Einstein, está almacenada en una habitación del instituto que lleva su nombre, a la espera de que se cumplan las promesas políticas de inaugurar un centro museístico. Curiosamente, en un país con tan poco interés por la cultura científica como España, hay hasta cuatro iniciativas que pugnan por abrir una entidad que acoja sus colecciones.

Santiago Ramón y Cajal por poco se queda en una de sus criaturas malparadas que él mismo diseccionaba en sus investigaciones. Como él mismo explica en sus memorias, era un niño «díscolo, retraído y antipático». Con apenas tres o cuatro años no se le ocurrió otra cosa que apalear un caballo y, en justa correspondencia, la bestia le arreó una coz que dejó al crío sin sentido, bañado en sangre y tan maltrecho que le dieron por muerto. Cajal debía de tener la cabeza muy dura porque salió vivo del trance. La anécdota la cuentan José Ramón Alonso y Juan de Andrés López en la biografía 'Cajal. Un grito por la ciencia' (Next Door Publishers).

De Andrés López, jefe del Departamento de Neurobiología Molecular, Celular y del Desarrollo en el Instituto Cajal del CSIC, ha dedicado toda su vida a difundir y proteger la herencia de Cajal. Para este neurobiólogo, Cajal sacó de su estancamiento a la ciencia española y la inscribió en el siglo XX. Lástima que muchos de sus logros fueran interrumpidos por la Guerra Civil. Es más, el bando vencedor en la contienda se dedicó a desmantelar las organizaciones en las que el médico había trabajado, como la Junta de Ampliación de Estudios, y purgar a numerosos intelectuales, desafectos al régimen y profesores de universidad, entre los que había muchos discípulos del maestro.

En una habitación del Instituto Cajal, en Madrid, se conserva desde 1989 la mayoría de las piezas que componen su legado, que suman unos 30.000 objetos. Se trata de preparaciones histológicas, placas fotográficas, dibujos, microscopios y material de laboratorio. Hay abundantes muestras del género epistolar, como la correspondencia que mantuvo con Albert Einstein. En el almacén hay incluso dos máscaras mortuorias del Nobel y un molde de su cara realizado nada más expirar. «Era un maestro de la fotografía. A principios de siglo se hacía autorretratos perfectamente enfocados en una misma placa con un disparador. Lo único que no conservamos aquí, por razones de seguridad, son sus medallas, entre ellas la del Nobel y la de Helmholtz, uno de los galardones más importante del siglo XX», dice el director del Instituto Cajal, Ricardo Martínez.

El ascendiente de Ramón y Cajal en la medicina y la práctica cotidiana de neurólogos sigue siendo importante. El científico sentó las bases para la comprensión de las neuronas y las principales estructurales cerebrales. Transcurrido casi un siglo de sus trabajos, no hay día que un conferenciante o estudioso no reproduzca o cite sus teorías y dibujos. «Sus principales descubrimientos, como su idea de que las neuronas son células independientes, lo cual chocaba contra el pensamiento de la época, y la doctrina de polarización dinámica están plenamente vigentes. Es el primero que describe la existencia de circuitos neuronales, que es la base de la inteligencia artificial. No pudo sin embargo determinar la neurogénesis a partir de células madre en individuos adultos, pero porque no disponía de tecnología adecuada», explica Martínez.

A coser botines

Hombre obstinado y tenaz, su temperamento coincidía con el estereotipo de aragonés testarudo. Mal estudiante, Cajal gustaba demasiado de las correrías pandilleras. Su padre, Justo, tenía tan poca fe en el porvenir de su hijo que le envió a una zapatería para que aprendiera a poner suelas y coser botines. Por imperativo de su progenitor estudió medicina, algo que no le atraía gran cosa, sobre todo porque estaba más interesado en la pintura. Al final combinó su pasión investigadora con la artística. Tanto es así que sus ilustraciones y grabados de anatomía se han expuestos como auténticas obras de arte. El crítico Jerry Saltz aseveró en la revista 'Vulture' que, como dibujante, Cajal merecía figurar al lado de Miguel Ángel y Leonardo da Vinci. Para Cajal, la investigación neuronal le brindaba la satisfacción de sus «instintos estéticos».

En la Fundación Telefónica se rinde homenaje al médico, mientras que en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) permanece abierta una exposición que realza su faceta de dibujante. A su vez, la Unesco ha declarado que los documentos y pertenencias del Nobel y de la Escuela Histológica Española son merecedores de protección. El programa de la organización Archivos del Mundo así lo declara, un honor que sólo pueden invocar grandes próceres de la ciencia como Newton, Copérnico o Pasteur.

El país en que nació uno de sus ciudadanos más ilustres no ha dedicado aún un museo a su memoria. De Carlos ha tratado por todos los medios de enmendar este olvido, pero por ahora todas las puertas que ha tocado se le han cerrado. «El Gobierno no ha hecho mucho caso ni ha dado demasiada publicidad a este asunto», denuncia De Carlos, en alusión a la iniciativa de la Unesco. «La presidenta del CSIC sí que me dijo que era una prioridad la creación del museo, pero los meses pasan y todo sigue parado».

Sin emplazamientos

No es de la misma opinión el director de Instituto Cajal, quien sostiene que el museo se hará realidad a medio plazo. Falta, no obstante, decidir su ubicación. Una posibilidad es alojarlo en la sede del CSIC, aunque también su legado se puede exponer en el Instituto de Medicina Molecular Príncipe de Asturias, en Alcalá de Henares, un edificio que costó 40 millones de euros que y dispone de mucho espacio vacío desde que se terminó su construcción en 2011.

En paralelo a esta iniciativa, el Colegio de Médicos de Madrid tiene previsto abrir un museo en reconocimiento al Nobel. La institución argumenta que su sede es el lugar idóneo porque allí se encuentra el aula en que Cajal impartió clases de Histología y Anatomía Patológica. Por ahora y para abrir boca, la entidad organiza visitas teatralizadas al edificio, que fue la antigua Facultad de Medicina de San Carlos. La consejería de Cultura de Aragón y el Ayuntamiento de Huesca también aspiran a acoger el museo Cajal.

Pese a estas iniciativas, De Carlos se muestra escéptico. Aduce que «no tiene sentido inaugurar nueve museos sobre Cajal en España» y subraya que «hay más curiosidad en el extranjero sobre él que en España». «En Estados Unidos hay mucho interés por él; yo mismo he promovido exposiciones en Berkeley (California) y hay una itinerante de unos 80 de sus dibujos que ha estado en Minnesota, Nueva York, Boston y ahora va a viajar a Carolina del Norte».

Para el experto, la obra cajaliana sigue mayoritariamente vigente. En los últimos años se han revisado temas de investigación tan actuales como el establecimiento de conexiones nerviosas, la capacidad de regeneración en el encéfalo o la estructura del núcleo de las neuronas.

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